Introducción: Es crucial desmentir los extendidos mitos sobre la depresión, ya que estos generan estigma, dificultan la búsqueda de ayuda y obstaculizan el apoyo adecuado, impidiendo así una comprensión más precisa y compasiva del trastorno.
Mito de Tristeza/Debilidad: Contrario a la creencia popular de que la depresión es simplemente tristeza profunda o una señal de debilidad de carácter, la realidad es que se trata de una enfermedad médica compleja con fundamentos biológicos, psicológicos y sociales, que no se supera únicamente con fuerza de voluntad y que impacta severamente el funcionamiento general de la persona.
Mito de Afectación Selectiva: Aunque se piense que la depresión solo afecta a grupos específicos de personas (como mujeres o personas mayores), la verdad es que puede impactar a cualquier individuo, sin distinción de edad, género, raza, estatus socioeconómico o fortaleza personal; nadie es inmune a padecerla.
Mito de Empeoramiento al Hablar: Es un error creer que hablar sobre la depresión la empeora; por el contrario, expresar abiertamente los sentimientos y buscar apoyo son pasos cruciales y a menudo el inicio del camino hacia la recuperación, mientras que el aislamiento y el silencio tienden a agravar el sufrimiento.
Mito de los Antidepresivos: Lejos de ser "pastillas de la felicidad" adictivas que alteran la personalidad, los antidepresivos son medicamentos que, bajo prescripción y supervisión médica, ayudan a corregir desequilibrios químicos y aliviar síntomas, permitiendo a la persona funcionar mejor y beneficiarse de otras terapias, ayudándola a recuperar su estado habitual, no a transformarse en otra.
Mito de la Cronicidad: Es falso el mito de que la depresión es una condena perpetua; en realidad, es una condición tratable, y con un diagnóstico y tratamiento adecuados, la gran mayoría de las personas experimentan una mejoría significativa, pudiendo llevar una vida plena y satisfactoria, ya que la cronicidad no es inevitable.