Acompañamiento analítico del duelo
En los procesos de duelo, la posibilidad de poner en palabras aquello que se siente tiene un efecto transformador fundamental. No se trata solo de narrar lo ocurrido, sino de desplegar un trabajo psíquico que permita dotar de sentido a una pérdida que irrumpe en la vida con una carga emocional muchas veces inabordable.
La escucha clínica, en este contexto, no es pasiva ni directiva, sino un espacio que habilita al sujeto a simbolizar su experiencia, es decir, a ligar el dolor con las palabras, con el lenguaje, con su historia. E
l duelo no transcurre solamente en el tiempo, sino en el discurso: lo que puede ser dicho empieza a encontrar su lugar en el psiquismo. Así, el sufrimiento, al ser escuchado, deja de ser puro peso mudo y puede convertirse en materia para elaborar.
Riesgos de la medicalización apresurada del sufrimiento
Cuando el dolor por la pérdida es tratado como un trastorno a suprimir de forma inmediata, se corre el riesgo de clausurar un proceso que, por su misma naturaleza, requiere tiempo, espacio y elaboración. En muchas ocasiones, se etiqueta rápidamente al duelo como patológico, sin atender a la complejidad subjetiva que conlleva.
El intento de silenciar el sufrimiento mediante fármacos puede aliviar ciertos síntomas, pero también puede bloquear la posibilidad de atravesar emocionalmente la pérdida.
Esto no implica negar la utilidad de recursos psicofarmacológicos en situaciones extremas, pero sí advertir sobre el peligro de evitar el proceso de elaboración mediante soluciones rápidas. El sufrimiento humano, en tanto que tiene una dimensión simbólica, no siempre puede reducirse a un problema químico.
Rol del analista en la creación de un espacio de elaboración psíquica
Acompañar el duelo desde una posición clínica implica ofrecer un marco donde el dolor pueda ser trabajado, no eliminado. El rol del analista es el de abrir un espacio para que el sujeto despliegue s
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