Peligros de la automedicación con psicofármacos: efectos adversos y dependencia

La automedicación con psicofármacos constituye un riesgo grave para la salud mental y física de las personas, especialmente cuando se trata de trastornos como la depresión.

Aunque en algunos casos se popularizan sustancias o tratamientos alternativos como el magnesio, omega-3, o ciertos complejos vitamínicos, no hay evidencia suficiente para que estos sean considerados tratamientos de primera línea, y mucho menos para sustituir una intervención médica estructurada.

A esto se suma el uso inadecuado de antidepresivos, ansiolíticos o hipnóticos sin supervisión profesional, lo cual puede tener consecuencias perjudiciales en múltiples niveles.

Uso sin diagnóstico clínico preciso

Uno de los principales riesgos de la automedicación es iniciar tratamientos sin una evaluación diagnóstica adecuada. En el caso de los trastornos depresivos, se requiere una valoración clínica minuciosa que permita diferenciar entre una reacción adaptativa, un trastorno depresivo leve, moderado o severo, o incluso una depresión resistente.

Automedicarse sin esta claridad puede llevar a que se utilicen fármacos inadecuados o que se mantenga un tratamiento en ausencia de mejoría, sin entender si hay un diagnóstico subyacente diferente (como un trastorno bipolar o una comorbilidad médica no detectada).

Efectos secundarios y riesgos físicos

Los psicofármacos, incluso en dosis bajas, pueden generar efectos adversos. Entre los más comunes están el aumento de peso, la disfunción sexual, la sedación, y alteraciones metabólicas (dislipidemia, alteraciones en la glucosa, síndrome metabólico).

La automedicación impide un monitoreo adecuado de estos efectos. Por ejemplo, antipsicóticos como la olanzapina, usados a veces como potenciadores en depresiones graves, están asociados con aumento significativo de peso y riesgos metabólicos, lo cual debe ser controlado por el profesional tratante.

Dependencia y tolerancia

Ciertos medicamentos como las benzodiacepinas (clonazepam, alprazolam, lorazepam) o los hipnóticos tipo Z (zolpidem, zopiclona) son comúnmente usados sin receta o con prescripción prolongada sin supervisión adecuada.

Estos fármacos tienen un riesgo elevado de generar tolerancia, dependencia física y psicológica, y síntomas de abstinencia si se suspenden de forma brusca. A largo plazo, además, pueden afectar la memoria, la concentración y el estado de ánimo.

Ineficacia por mal uso o suspensión precoz

En muchos casos, las personas que se automedican abandonan el tratamiento antes del tiempo necesario para lograr una respuesta terapéutica, o lo hacen