Cómo aplicar técnicas cognitivo conductuales desde la atención primaria.

Aunque el enfoque cognitivo-conductual suele ser especializado, algunos de sus principios pueden aplicarse de manera efectiva en atención primaria. La guía mhGAP ofrece recomendaciones claras para adaptar estas estrategias según los recursos disponibles.

El objetivo no es replicar una terapia formal, sino implementar acciones útiles y accesibles que contribuyan al alivio del malestar, la contención emocional y la organización de la vida cotidiana del paciente.

Psicoeducación para pacientes y cuidadores

Un eje fundamental es la psicoeducación. Consiste en explicar de manera clara qué es la depresión, cuáles son sus síntomas y cómo se puede tratar. Esto permite desmitificar ideas erróneas como la creencia de que es debilidad o falta de carácter.

Además, incluye a los familiares y personas cercanas para que comprendan mejor el problema y eviten actitudes que, aunque bien intencionadas, pueden generar culpa o frustración en el paciente.

Recuperación del funcionamiento diario

Desde la atención primaria, es posible ayudar a la persona deprimida a retomar actividades esenciales. Se busca reactivar rutinas simples que den estructura, como levantarse a una hora fija o realizar tareas domésticas básicas. También se identifican factores estresantes concretos, ofreciendo recursos para enfrentarlos sin evasión, lo que fortalece la autonomía y la sensación de control personal.

Fortalecimiento del entorno de apoyo

Las redes sociales cercanas cumplen un papel crucial en el proceso de mejora. Por eso, se fomenta la conexión con personas significativas, ya sean familiares, vecinos, amistades o referentes comunitarios. Cuando el entorno inmediato no resulta favorable, se procura identificar apoyos alternativos dentro de la comunidad para evitar el aislamiento.

Derivación y seguimiento según la gravedad

En los casos más complejos, es necesario derivar al paciente a un nivel de atención más especializado. Esto puede incluir tratamiento farmacológico o intervenciones psicoterapéuticas específicas.

Además, el seguimiento regular permite evaluar la evolución, prevenir recaídas y ajustar las intervenciones según las necesidades del momento. Este acompañamiento sostenido es clave para asegurar una mejora duradera.