Manifestaciones clínicas según la etapa evolutiva
La depresión en la infancia y adolescencia no se manifiesta de forma homogénea. Cada etapa del desarrollo presenta signos particulares, que pueden ser difíciles de reconocer si no se tiene formación específica. A continuación, se describen las manifestaciones más comunes según la edad.
Menores de 3 años: indicadores tempranos
Aunque parezca sorprendente, niños menores de tres años pueden presentar cuadros depresivos. En esta etapa, los indicadores son principalmente conductuales y somáticos. Se observan expresiones como apatía, afecto pobre o plano, falta de interés por el entorno, escasa reacción emocional e irritabilidad persistente.
Además, pueden presentar retraso en el desarrollo del lenguaje, la motricidad y la interacción social. Un signo clave es la indiferencia ante la separación de la figura materna, lo cual no es típico a esa edad. También pueden presentar trastornos en el sueño y la alimentación, así como mayor frecuencia de enfermedades físicas, todo ello sin una causa médica clara.
Entre 3 y 5 años: síntomas emocionales y físicos, autoagresiones
En este rango de edad, los niños comienzan a expresar de manera más clara su malestar. Se vuelven comunes los episodios de llanto fácil, retraimiento social, dificultades para separarse de sus cuidadores y una marcada irritabilidad.
Además, aparecen síntomas físicos como dolores abdominales, alteraciones en el apetito, regresiones como enuresis o encopresis, y trastornos del sueño.
De manera preocupante, en algunos casos también se observan conductas autoagresivas, incluso en niños tan pequeños como cuatro o cinco años, quienes pueden hacer gestos de tipo suicida. Estos casos requieren atención inmediata.
Edad escolar: tristeza, aislamiento, agresividad, dificultades escolares
Durante la etapa escolar, los síntomas depresivos pueden confundirse con problemas de conducta o bajo rendimiento académico.
Los niños expresan sentimientos de infelicidad persistente, se aíslan de sus compañeros, presentan dificultades para concentrarse y muestran apatía hacia actividades que antes disfrutaban. Es común que se presenten quejas somáticas frecuentes (dolores de cabeza, estómago, fatiga) sin explicación médica.
Algunos desarrollan fobias escolares o se niegan a asistir al colegio. La agresividad puede ser una forma indirecta de expresar su malestar. También se pueden observar pensamientos negativos sobre sí mismos, el entorno o el futuro.
Adolescencia: anhedonia, conductas de riesgo, pensamientos suicidas
En la adolescencia, las manifestaciones depresivas se asemejan más a las observadas en adultos. Aparecen la anhedonia (incapacidad para disfrutar), el aislamiento social, cambios bruscos en el apetito y el sueño, disminución del rendimiento escolar y pérdida de interés por lo cotidiano. Es una etapa en la que se incrementan las conductas de riesgo como el consumo de sustancias, la promiscuidad, los actos delictivos o la autolesión.
Los pensamientos suicidas pueden aparecer con mayor claridad, y en muchos casos, se verbalizan o se manifiestan en gestos concretos. El riesgo de intento de suicidio es significativamente más alto en esta etapa, por lo que se requiere una vigilancia estrecha y un abordaje clínico oportuno.
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