Factores que fomentan la automedicación: accesibilidad, desinformación y desesperanza

Uno de los factores más relevantes que propician la automedicación es la dificultad para acceder a un tratamiento psiquiátrico oportuno y continuo. Muchas personas enfrentan largas listas de espera, cobertura deficiente por parte de los sistemas de salud o barreras económicas para pagar un especialista.

En este vacío de atención, recurren a soluciones informales: retoman medicamentos que les sirvieron en el pasado, siguen recomendaciones de conocidos o compran psicofármacos por fuera del sistema médico. Esta accesibilidad «informal» a medicamentos se convierte, irónicamente, en una vía más rápida que el acceso formal, aunque también más riesgosa.

Desinformación sobre la naturaleza de la depresión

Otro aspecto clave es la falta de información adecuada sobre los síntomas y el curso natural de la depresión. En la ponencia se explicó que el diagnóstico del trastorno depresivo incluye síntomas afectivos (como la tristeza o la anhedonia), cognitivos (ralentización del pensamiento, desesperanza), y somáticos (alteraciones del sueño, apetito o deseo sexual), así como deterioro funcional.

Sin embargo, en la población general, aún persiste la idea de que la depresión es solo «estar triste» o «tener días malos», lo que lleva a subestimar la necesidad de tratamiento profesional.

Esta visión simplificada también favorece que muchas personas recurran a suplementos, fármacos o remedios naturales sin comprender realmente su situación clínica.

Desesperanza como motor de decisiones impulsivas

La desesperanza es un síntoma central de los cuadros depresivos graves y se vincula directamente con la automedicación. Al no ver una salida clara a su malestar, las personas con depresión pueden caer en una búsqueda compulsiva de alivio, probando medicamentos, cambios de dosis o combinaciones sin guía médica.

Esta impulsividad se agrava cuando hay una historia de recaídas, síntomas refractarios o fallas en tratamientos anteriores. El paciente empieza a desconfiar de la eficacia de los tratamientos convencionales, lo que lo empuja a experimentar por su cuenta.

Consecuencias clínicas y pronóstico afectado

El uso de medicamentos sin prescripción adecuada no solo retrasa el acceso a un tratamiento efectivo, sino que puede modificar el curso de la enfermedad. Las personas que se automedican frecuentemente llegan a consulta con cuadros más complicados síntomas cronificados, mayor deterioro funcional, presencia de ideación suicida o incluso síntomas psicóticos.

Esto dificulta la aplicación de protocolos estandarizados y puede aumentar el riesgo de que el paciente desarrolle depresión refractaria, es decir, que no responda a dos tratamientos bien indicados. Además, estas personas suelen tener menor adherencia a esquemas terapéuticos posteriores, por la desconfianza generada por sus experiencias previas.

Cultura del «hazlo tú mismo» y redes sociales

En la actualidad, muchas personas obtienen información sobre salud mental en redes sociales, donde abundan testimonios sobre fármacos, suplementos y experiencias personales. Este contenido, aunque bien intencionado, no siempre es riguroso ni apropiado.