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Abrirse al dolor sin huir de él: exposición emocional gradual

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Abrirse al dolor sin huir de él: exposición emocional gradual


Uno de los errores más comunes ante el malestar es intentar silenciarlo o evitarlo. Muchas personas luchan contra sus pensamientos y emociones difíciles como si pudieran ganar esa batalla con fuerza de voluntad. Sin embargo, como plantea la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), cuanto más peleamos con nuestros pensamientos, más poder les damos.

La alternativa es abrirnos al dolor de forma progresiva, como se haría con una fobia: exponiéndonos emocionalmente, pero con amabilidad. En lugar de evitar el vacío, la tristeza o la ansiedad, podemos aprender a sentirlos y permanecer presentes sin reaccionar automáticamente.

La práctica del mindfulness y los ejercicios de exposición emocional (como escribir lo que duele o recordarlo sin censura) permiten este acercamiento gradual. La incomodidad no es el enemigo, es parte del proceso.

Tolerancia a la incertidumbre y a los días difíciles

Una parte fundamental del bienestar emocional es aceptar que no todos los días serán buenos, y que no necesitamos que todo esté resuelto para avanzar.

Muchas personas con depresión o ansiedad tienen una baja tolerancia a la incertidumbre, lo que los lleva a la parálisis o al control excesivo. Sin embargo, como bien señala la psicoterapia moderna, el bienestar se construye sobre la capacidad de actuar incluso cuando no hay garantías.

Practicar frases como «no sé cómo me sentiré mañana, pero hoy haré lo que puedo» o «aunque no tenga certeza, estoy dispuesto a avanzar» ayuda a normalizar los días malos sin dramatizarlos. La vida está hecha de altibajos, y cada bajada puede ser una oportunidad para practicar la fortaleza emocional.

El papel de la motivación negativa («estoy cansado de sentirme así»)

No siempre necesitamos motivación «positiva» para actuar. De hecho, cuando estamos en el fondo, muchas veces la fuerza para empezar a movernos nace del hartazgo.

Decirnos «no quiero seguir sintiéndome así» puede ser un motor potente. Esta motivación negativa, lejos de ser destructiva, puede ser el primer empujón que necesitamos para levantarnos de la cama, salir a caminar o pedir ayuda. El problema aparece cuando esperamos a sentirnos bien para actuar. La clave está en actuar a pesar del malestar.

Como lo explican diversas corrientes terapéuticas, el cambio emocional suele venir después del cambio conductual, no antes. Por eso, usar el cansancio emocional como combustible no solo es válido, sino muchas veces necesario.


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