La economía libidinal del duelo
El duelo no es solo una experiencia emocional, sino también un proceso dinámico que implica movimientos profundos en la organización energética del aparato psíquico.
Desde el punto de vista psicoanalítico, se trata de una operación en la que el sujeto, tras perder un objeto de valor afectivo, debe reorganizar su economía libidinal: es decir, debe retirar su energía psíquica del objeto perdido y redistribuirla en nuevas relaciones o proyectos. Este proceso no ocurre de manera automática ni sin dolor, y puede, si se interrumpe, derivar en formas patológicas como la melancolía.
Desvinculación afectiva: retirada de la libido del objeto perdido
Cuando alguien experimenta una pérdida significativa, se ve obligado a retirar su energía emocional —la libido— del objeto o la persona que ya no está. Esta desvinculación no es simplemente un «olvido», sino una labor interna compleja. La energía que antes nutría un vínculo debe comenzar a desprenderse de él, proceso que puede vivirse como desgarro, resistencia o negación.
Lo que se pierde no es solo la presencia física del objeto, sino también las representaciones internas que se habían construido en torno a él. Desvincularse afectivamente implica aceptar que ya no se podrá restaurar la relación tal como era. En esta etapa, es habitual que el sujeto atraviese una oscilación entre la añoranza del objeto y la necesidad de soltarlo, marcando el inicio del trabajo de duelo.
Redistribución psíquica: reinversión de energía en nuevos objetos
Una vez iniciada la desvinculación, el aparato psíquico necesita encontrar nuevas vías para canalizar la energía antes dirigida al objeto perdido.
Este paso es fundamental: no basta con dejar de invertir libidinalmente en el objeto anterior, sino que esa energía debe reintegrarse al funcionamiento psíquico, en forma de nuevos vínculos, intereses o proyectos vitales.
Esta redistribución no siempre es inmediata ni consciente. En ocasiones, el sujeto puede sentirse desorientado, sin saber hacia dónde dirigir sus deseos.
Pero es precisamente en este desplazamiento de la energía donde el duelo puede convertirse en una oportunidad de transformación: el dolor por la pérdida habilita la apertura hacia algo nuevo. En un proceso saludable, esta reinversión libidinal permite al sujeto continuar su vida sin quedarse fijado al vacío dejado por la ausencia.
El vacío como tránsito: dolor psíquico y posibilidad de transformación
Entre la retirada de la energía afectiva y su reinversión en nuevos objetos, se a
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