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Regulación legal y control sanitario de psicofármacos

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Regulación legal y control sanitario de psicofármacos


El uso de psicofármacos en el tratamiento de trastornos depresivos, especialmente los cuadros graves o refractarios, está estrictamente ligado a una regulación sanitaria precisa.

Dado que estos medicamentos actúan sobre el sistema nervioso central y pueden inducir efectos adversos significativos o generar dependencia, su manejo debe hacerse bajo supervisión médica especializada.

Muchos de ellos —como los antidepresivos tricíclicos, los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina (ISRS), los antipsicóticos atípicos y los potenciadores como el litio o la ketamina— están clasificados como medicamentos de control especial, por lo que su dispensación está limitada a prescripción profesional.

Control sanitario y protocolos terapéuticos

En la práctica clínica, es indispensable seguir protocolos de dosificación, duración y combinación de psicofármacos que aseguren su eficacia y minimicen los riesgos. Uno de los retos es el uso inadecuado o incompleto de antidepresivos: muchas personas suspenden el tratamiento antes de lograr una respuesta terapéutica efectiva o lo realizan a dosis subterapéuticas.

Esto impide determinar si se trata de un caso de depresión refractaria o simplemente de una adherencia deficiente. Por ello, la regulación sanitaria exige no solo la prescripción formal, sino también el seguimiento médico continuado, con énfasis en la adherencia y la farmacovigilancia.

Estrategias de aumentación y medicamentos controlados

Cuando un paciente no responde a dos antidepresivos adecuados en monoterapia, se consideran estrategias de aumentación. Estas incluyen el uso de antipsicóticos atípicos (como aripiprazol, quetiapina o olanzapina), litio, hormona tiroidea o estimulantes como el modafinilo.

Todos estos fármacos tienen indicaciones y restricciones particulares, y su uso requiere un conocimiento profundo de sus interacciones, riesgos metabólicos, efectos secundarios y consideraciones legales.

Por ejemplo, medicamentos como la ketamina, inicialmente anestésico, han sido recientemente incorporados en algunos países a protocolos terapéuticos para depresión resistente, siempre en contextos hospitalarios controlados.

Regulación frente a la automedicación y control del mercado

Aunque muchos psicofármacos están protegidos por regulación de prescripción médica, existen situaciones donde se accede a ellos por medios informales o se perpetúa el consumo sin supervisión profesional.

Especial preocupación generan los hipnóticos del tipo «Z» (como zolpidem) y algunos ansiolíticos (como las benzodiacepinas), cuya prescripción indiscriminada o uso crónico sin segu


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