Prevención y Manejo Integral
La depresión perinatal, a pesar de su alta prevalencia, sigue siendo subdiagnosticada y escasamente tratada. Para abordar esta problemática de forma efectiva, es indispensable adoptar un enfoque integral que contemple estrategias de prevención, educación, seguimiento clínico y un abordaje interdisciplinario centrado en la mujer y su contexto.
Prevención desde la atención prenatal
La prevención comienza desde los controles prenatales. Todas las gestantes deben ser evaluadas desde el primer trimestre mediante un adecuado tamizaje de síntomas depresivos y ansiosos, como lo recomiendan guías internacionales. Instrumentos como la Escala de Edimburgo o incluso las dos preguntas del tamizaje de Whooley permiten una detección oportuna.
Este proceso debe considerar factores de riesgo como antecedentes psiquiátricos, historia de trauma, embarazo en adolescencia, ausencia de red de apoyo, y complicaciones obstétricas. Prevenir implica identificar y acompañar a tiempo, incluso antes de que los síntomas se instauren.
Educación y psicoeducación a la paciente y su entorno
La psicoeducación cumple un rol fundamental, no solo para la paciente, sino también para su familia y cuidadores. Muchas mujeres que experimentan síntomas depresivos durante el embarazo o posparto no consultan por temor a ser juzgadas o por creer que sus emociones son una «debilidad».
Este estigma cultural —fuertemente arraigado en sociedades latinoamericanas— perpetúa la invisibilización del sufrimiento materno. La educación debe enfocarse en normalizar el acompañamiento emocional durante el embarazo, derribar mitos sobre la maternidad idealizada, y visibilizar que la salud mental de la madre tiene un impacto directo en la salud del bebé.
Además, es clave formar a los equipos de salud en la diferencia entre tristeza postparto (baby blues) y depresión perinatal, para evitar minimizar síntomas que podrían escalar si no se tratan.
Importancia del seguimiento post-tratamiento
El tratamiento de la depresión perinatal no finaliza con la desaparición de los síntomas. Es esencial realizar un seguimiento clínico continuo, especialmente en mujeres con antecedentes de depresión o psicosis perinatal, ya que presentan alto riesgo de recaída.
Además, muchas pacientes, aunque clínicamente estables, pueden tener dificultades para vincularse con sus bebés o mantener el autocuidado, lo que requiere atención
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