Las llamadas [drogas Z]: hipnóticos de uso frecuente y riesgo clínico

Las llamadas drogas Z —zolpidem, zopiclona y zaleplón— son hipnóticos no benzodiacepínicos comúnmente prescritos para el tratamiento del insomnio. Actúan como agonistas selectivos del receptor GABA-A, facilitando la conciliación y mantenimiento del sueño.

Se diferencian de las benzodiacepinas clásicas en su estructura química, pero comparten un perfil farmacológico similar, razón por la cual han sido ampliamente adoptadas en la práctica clínica, particularmente en pacientes con trastornos afectivos.

Insomnio y depresión: un síntoma común y persistente

En pacientes con trastorno depresivo mayor, el insomnio es uno de los síntomas más frecuentes, y su persistencia puede anticipar recaídas, prolongar la duración del episodio y disminuir la eficacia de los tratamientos.

Por esta razón, los clínicos frecuentemente recurren a las drogas Z como tratamiento sintomático adyuvante. Si bien pueden generar una mejoría temporal en el patrón de sueño, su uso debe ser cuidadosamente evaluado, considerando los beneficios a corto plazo frente a los riesgos potenciales a largo plazo.

Riesgos clínicos asociados al uso prolongado

Aunque inicialmente fueron promovidas como alternativas «más seguras» a las benzodiacepinas, las drogas Z han demostrado en estudios clínicos y poblacionales que también pueden generar tolerancia, dependencia y síndrome de abstinencia.

Además, se han reportado efectos adversos como alteraciones cognitivas, conductas complejas durante el sueño (por ejemplo, sonambulismo o alimentación nocturna inconsciente), somnolencia diurna, caídas en adultos mayores y disrupción de la arquitectura del sueño. Todo esto puede empeorar el cuadro depresivo subyacente, especialmente si no se acompaña de otras intervenciones terapéuticas.

El problema de la automedicación

Un fenómeno preocupante es el incremento en la automedicación con drogas Z. Algunos pacientes acceden a estos fármacos sin supervisión médica, creyendo erróneamente que son inofensivos.

Este uso desregulado puede agravar los síntomas depresivos, cronificar el insomnio y aumentar el riesgo de depen