Intervención y tratamiento
El abordaje de la depresión perinatal debe ser integral, personalizado y centrado en el bienestar tanto de la madre como del bebé. La intervención temprana y el tratamiento adecuado permiten prevenir desenlaces graves y promover un vínculo sano entre madre e hijo.
Este abordaje contempla la psicoeducación, el apoyo emocional, la psicoterapia, el uso de psicofármacos seguros y terapias complementarias que contribuyen al bienestar integral de la paciente.
Psicoeducación y apoyo emocional
La psicoeducación constituye el pilar fundamental de toda intervención inicial. Informar a la madre y su entorno sobre los síntomas, causas y opciones terapéuticas de la depresión perinatal ayuda a disminuir el estigma y favorece la búsqueda de ayuda.
Es clave transmitir que se trata de una enfermedad, no de un fallo personal, y que existen tratamientos efectivos. Incluir a la pareja o a la red de apoyo en este proceso mejora la adherencia terapéutica y el pronóstico. Se recomienda trabajar la idea de que «una madre que pide ayuda es una madre que cuida».
Psicoterapia individual
En los casos leves a moderados, la psicoterapia es el tratamiento de primera línea. La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha demostrado eficacia para reducir síntomas depresivos y ansiosos, trabajar distorsiones cognitivas y mejorar el manejo del estrés.
También se puede recurrir a enfoques psicodinámicos, especialmente en mujeres con conflictos no resueltos, vínculos familiares complejos o experiencias traumáticas previas. En todos los casos, la relación terapéutica debe basarse en la empatía, la validación emocional y el respeto por el proceso materno.
Farmacoterapia segura durante el embarazo y la lactancia
En los cuadros moderados a graves, con síntomas psicóticos o ideación suicida, se debe considerar el tratamiento farmacológico. La decisión debe individualizarse, valorando el riesgo-beneficio tanto para la madre como para el feto o el lactante.
Los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina (ISRS) como la sertralina, fluoxetina y escitalopram son los más utilizados por su eficacia y perfil de seguridad. La sertralina es el antidepresivo de elección tanto en embarazo como en lactancia. En caso de requerirse ansiolíticos, el lorazepam puede usarse a dosis bajas, especialmente para tratar el insomnio.
También se consideran seguros algunos antipsicóticos atípicos como la quetiapina. Se prefiere siempre usar fármacos con buena evidencia, baja biodisponibilidad en leche materna y vida media corta.
La paroxetina se evita en embarazo, y la clozapina y la lepromina se desaconsejan por sus efectos adversos. Es fundamental acompañar cualquier farmacoterapia de monitoreo clínico y orientación pediátrica.
Terapias coadyuvantes: sueño, mindfulness y lactancia
La higiene del sueño es esencial en el manejo y prevención de la depresión perinatal. Dormir al menos 4 horas continuas por noche reduce significativamente los síntomas depresiv
intervencion tratamiento