Práctica de la Alimentación Consciente

La alimentación consciente es una práctica de mindfulness que transforma el acto de comer, a menudo realizado de manera automática y distraída, en una experiencia de plena atención y apreciación.

Esta forma de comer no solo beneficia la salud física. Sino también el bienestar general, al fomentar una conexión más profunda con los alimentos, el cuerpo y el momento presente.

Fundamentos y Beneficios

Comer de forma consciente es beneficioso para la salud y para el cerebro.

Muchos de nosotros comemos de manera "mindless" o automática, realizando otras actividades simultáneamente como hablar, leer o incluso conducir, lo cual son malos hábitos para nuestro cerebro y salud general.

Aunque no siempre sea práctico comer cada comida de forma completamente consciente, integrar esta práctica, incluso por pocos minutos al día, puede generar cambios significativos.

Puede ayudar a comer más despacio, lo que a su vez puede contribuir a la pérdida de peso si se desea, mejorar el metabolismo y ayudar a mantenerse en el momento presente.

El Ejercicio de Comer Atentamente (Ej. Pasa o Chocolate)

Un ejercicio estándar para introducir la alimentación consciente es el de comer atentamente un pequeño alimento, como una pasa o un trozo de chocolate.

La práctica puede realizarse en cualquier momento y lugar, idealmente en solitario al principio, a menos que se pueda convencer a los compañeros de comida para que participen.

El proceso implica varios pasos:

• Primero, se contempla el alimento, pensando en todo lo que fue necesario para su producción: el aire, el agua, el sol.

• Se reflexiona sobre las condiciones que tuvo que atravesar y las personas involucradas en su cosecha, incluyendo sus vidas y familias.

• Se piensa en quienes lo transportaron y lo dispusieron en la tienda, hasta el momento en que fue adquirido. Este proceso, que puede haber llevado años e involucrado a muchas personas, culmina con el alimento preparado en la mesa.

• A continuación, se observa el alimento: su forma, su textura. Se huele. Luego, se lleva a la boca lentamente, sintiendo su textura y sabor con el primer bocado, disfrutándolo plenamente.

Ejemplo Práctico con Chocolate

Una anécdota personal ilustra cómo se puede integrar esta práctica.

Aunque la costumbre de comer un trozo de chocolate negro después de cenar puede tener sus desafíos (como la tentación de comer más de lo previsto), el acto de prepararlo y saborearlo puede ser un ejercicio de mindfulness.

La clave es la intención de estar presente durante la experiencia, apreciando cada sensación.

Este tipo de ejercicio nos enseña a valorar los alimentos, a conectar con el proceso que hay detrás de ellos y a disfrutar más plenamente del acto de comer, reduciendo la ingesta automática y fomentando una relación más saludable con la comida.