El Experimento de Milgram sobre la Obediencia

Los experimentos de Stanley Milgram sobre la obediencia a la autoridad, realizados en la década de 1960, son algunos de los estudios más impactantes y controvertidos en la historia de la psicología social.

Investigaron hasta qué punto las personas estarían dispuestas a obedecer las órdenes de una figura de autoridad, incluso cuando esas órdenes implicaban infligir daño a otra persona.

Diseño y Procedimiento del Experimento

Milgram reclutó a participantes varones a través de anuncios en periódicos para un supuesto estudio sobre memoria y aprendizaje en la Universidad de Yale.

A cada participante se le asignaba el rol de "maestro" mediante un sorteo aparentemente aleatorio (que en realidad estaba amañado), mientras que un cómplice del experimentador interpretaba el rol de "aprendiz".

La tarea del "maestro" era administrar descargas eléctricas de intensidad creciente al "aprendiz" cada vez que este cometía un error en una tarea de memoria.

Las descargas eran ficticias, pero el "maestro" creía que eran reales, ya que escuchaba las quejas, gritos y súplicas del "aprendiz" (grabadas previamente) a medida que aumentaba el voltaje.

Un experimentador con bata blanca, representando la autoridad científica, instaba al "maestro" a continuar con el procedimiento a pesar de las protestas del "aprendiz".

Resultados Sorprendentes y Perturbadores

Contrario a las predicciones de expertos (psiquiatras y otros profesionales), que estimaban que solo un porcentaje muy pequeño de personas llegaría a administrar las descargas máximas, Milgram encontró que una mayoría significativa de los participantes (alrededor del 65% en la condición estándar) obedeció las órdenes del experimentador hasta el final, administrando la descarga máxima de 450 voltios, etiquetada como "Peligro: Descarga Severa".

Muchos participantes mostraron signos evidentes de estrés y conflicto interno (sudoración, temblores, risa nerviosa), pero aun así continuaron obedeciendo.

Estos resultados revelaron la poderosa influencia que las figuras de autoridad pueden ejercer sobre el comportamiento individual, llevando a personas comunes a realizar actos que, en otras cir