Definiciones Estratégicas: Diversidad, Inclusión y Equidad

La Diversidad y el Modelo del Iceberg

En el entorno corporativo y social, la diversidad se define como la colección de atributos, rasgos y características únicas que conforman a cada individuo. Para visualizar este concepto, es útil emplear la metáfora de un iceberg.

Lo que percibimos a simple vista ,la edad aparente, el color de piel, el género o la apariencia física, representa solo el 10% de lo que constituye a una persona. El 90% restante permanece bajo la superficie, oculto a la vista inmediata.

Aquí residen elementos profundos como nuestros valores, creencias, experiencias de vida, habilidades cognitivas, estatus socioeconómico y antecedentes culturales.

Modelos teóricos desarrollados en la década de 1990 sugieren estructurar estas dimensiones en capas: un núcleo de personalidad (estilo único, optimismo, introversión), rodeado por dimensiones primarias inmutables (raza, edad) y dimensiones secundarias o externas (estado civil, hábitos, religión).

Finalmente, existe una capa organizacional que incluye la antigüedad laboral o el tipo de puesto desempeñado.

Comprender la diversidad implica reconocer que la mayor parte de la riqueza humana no es visible a primera vista.

Diferenciando Inclusión, Igualdad y Equidad

Es un error común asumir que una organización diversa es automáticamente inclusiva.

La diversidad es simplemente la presencia de diferencias; es un hecho, una estadística ("simplemente existe").

La inclusión, por otro lado, es el "cómo" se gestiona esa diversidad; se refiere al grado en que una persona percibe que es un miembro valorado del grupo y se le anima a participar plenamente.

Contratar talento diverso no sirve de mucho si no se crea un entorno donde esas personas se sientan respetadas y tratadas con justicia.

Asimismo, debemos distinguir con claridad entre igualdad y equidad, términos que a menudo se usan indistintamente pero que tienen implicaciones muy distintas.

La igualdad busca la uniformidad: dar a todas las personas exactamente los mismos recursos y derechos, sin importar su punto de partida. La equidad, en cambio, se centra en la justicia.

Reconoce que cada individuo tiene circunstancias y desafíos diferentes, por lo que asigna los recursos y oportunidades precisos que cada uno necesita para alcanzar un resultado igualitario.

Por ejemplo, en un entorno laboral, la igualdad sería dar a todos el mismo monitor de computadora; la equidad sería proporcionar software de lectura de pantalla a un empleado con discapacidad visual para que pueda realizar su trabajo al mismo nivel que sus compañeros. La equidad es, por tanto, el vehículo esencial para lograr una verdadera igualdad.

Resumen

La diversidad funciona como un iceberg donde los rasgos visibles, como el género o la edad, representan solo el 10% de lo que constituye a una persona. La mayor parte de la riqueza humana, incluyendo valores y habilidades, permanece oculta bajo la superficie.

No basta con tener diversidad; la inclusión es fundamental para gestionar esas diferencias y lograr que cada individuo se sienta valorado y animado a participar plenamente en el grupo. Contratar talento diverso es inútil si no existe un entorno de respeto y justicia.

Es vital distinguir entre igualdad, que da lo mismo a todos, y equidad, que se centra en la justicia asignando recursos según las necesidades específicas de cada uno. La equidad reconoce las circunstancias individuales para garantizar que todos alcancen resultados verdaderamente igualitarios.