El Comportamiento Pasivo-Agresivo y la Asertividad

El comportamiento pasivo-agresivo es un estilo de comunicación que a menudo se confunde con la asertividad, pero que en realidad es una de sus antítesis.

Este estilo surge de una comunicación deficiente y busca controlar emocionalmente a la otra persona, sin que la persona que lo utiliza sea consciente de ello.

A diferencia del comportamiento agresivo, que es directo y claro en su intención, el pasivo-agresivo se manifiesta de forma sutil y ambigua, lo que lo hace particularmente frustrante.

El pasivo-agresivo no quiere herir a la otra persona directamente, ya que intenta no expresar ningún mensaje que pueda interpretarse como negativo.

Sin embargo, se comporta negativamente al no hacer lo que se compromete a hacer o al hacer las cosas de forma ineficaz.

Este comportamiento, aunque no es intencionalmente malicioso, es una forma de manipular la situación para conseguir lo que quiere sin tener que pedirlo de forma directa.

La asertividad, por el contrario, es la capacidad de comunicarse de forma clara, específica y sin ambigüedades, al mismo tiempo que se es sensible a las necesidades de los demás.

Una persona pasivo-agresiva a menudo se comporta como una "víctima" para hacer que la otra persona se sienta culpable.

Por ejemplo, puede decir que lo hará, pero luego lo retrasa, y cuando se le confronta, puede victimizarse y decir "lo haré yo, como siempre".

El antídoto para esta dinámica es ser asertivo y establecer límites claros.

Si alguien se comporta de forma pasivo-agresiva, la mejor estrategia es responder con calma y claridad, y no caer en su juego.

La asertividad permite a la persona decir lo que necesita, proteger sus límites y cuidar la relación al