Crítica y sentimientos de culpa - coaching vida

Cometer errores no es un fenómeno ajeno a ninguna persona, ni es algo sobre lo que debamos avergonzarnos. Los errores son muy comunes, sobre todo en personas que toman muchas decisiones o realizan disímiles acciones. Cada vez que decidimos se abren dos posibilidades: o estamos en lo correcto y obtendremos los resultados esperados, o la decisión ha sido desacertada, por lo que habrá sido un error de nuestra parte. Una vez asumido el error, algunas personas optan por realizar una crítica sobre sus actos y las motivaciones que los condujeron a ellos, mientras que otros se resignan a la culpa como único mecanismo.

A lo largo de esta guía, realizaremos un análisis sobre la crítica y el sentimiento de culpa en relación con los errores, así como las diferencias entre adoptar una postura u otra.

Asumir una posición de culpa ante nuestros errores

Sentirnos culpables por los errores puede ser perjudicial cuando se trata de aprender de ellos. La culpa es un recurso muy sencillo que demanda poco esfuerzo de nuestra parte, y por eso muchas personas con baja inteligencia emocional optan por este camino. Culpabilizarse no es más que volcar el desaliento y la tristeza en nuestra persona, sin atender a los factores que influyeron en el error o intentar recoger la mayor cantidad de experiencias positivas de este.

Cuando sentimos culpa, nos resulta difícil pensar con claridad, lo que nos lleva a decisiones erradas con el fin de dejar de sentirnos culpables. No nos tomamos el tiempo necesario para meditar cada paso que damos, por lo que es muy probable que terminemos cometiendo muchos otros errores en el camino.

Asumir una posición crítica ante nuestros errores

Es esencial aprender a distinguir entre la culpa y la crítica. No debemos confundir cada una de estas posturas. Mientras que la culpa no ofrece soluciones y puede llevarnos a cometer nuevos errores, la crítica es una herramienta valiosa para recoger experiencias positivas de cada uno de los errores cometidos.

Mediante la crítica no se busca asumir el papel de culpable y lamentarnos por lo que hemos hecho, sino intentar entender con exactitud qué es lo que ha sucedido y cuáles son los factores que han intervenido para que nuestras decisiones resultaran ser erradas. Gracias a la crítica podemos aprender y recopilar información sobre qué es lo que funciona y qué no, al afrontar situaciones similares en el futuro.

Tanto la autocrítica como la crítica ajena, cuando es constructiva, nos resultarán de gran utilidad para nuestro desarrollo personal y espiritual.

Asumir responsabilidades

El acto de eludir la culpa no se debe mezclar con el de evitar obligaciones. Al culparnos solo buscamos sentir lástima por nosotros mismos o lograr que otros la sientan hacia nuestra persona. Cuando asumimos responsabilidades sobre nuestros actos, estamos entendiendo que nadie más puede solucionar nuestros problemas y que debemos hacernos cargo de cada uno de los errores cometidos. Ser responsables implica no escondernos cuando nos equivocamos, sino enfrentar las dificultades con la mentalidad de sobreponernos a la situación y saber obtener el mayor provecho posible de la misma.

Al dejar de lado la culpa y mantener una crítica honesta de nuestros errores, estamos asumiendo una postura responsable, ya que nos estamos preparando para no cometer los mismos errores en el futuro. Aprender de nuestros tropiezos y sacar la máxima experiencia de ellos es lo que nos hace crecer. La responsabilidad sobre nuestros actos comienza por aceptar que el error es un factor humano, y que esto no nos hace más débiles ni menos capaces.