Impacto en la salud física y psicosomática

La unidad psicosomática y el estrés tóxico

El cuerpo y la mente no funcionan como compartimentos estancos, sino como una unidad indivisible.

Cuando la psique es sometida a un asedio constante de humillación y control, el organismo responde activando mecanismos de defensa biológicos.

La víctima de maltrato psicológico vive en un estado de alerta permanente (hipervigilancia), lo que provoca una liberación crónica de hormonas del estrés como el cortisol.

Esta intoxicación química mantenida en el tiempo debilita severamente el sistema inmunitario, modificando los neurotransmisores cerebrales y dejando al cuerpo vulnerable ante enfermedades reales. No se trata de "nervios", sino de un deterioro orgánico medible.

Las quejas físicas sin una lesión externa aparente se convierten en el motivo más frecuente de consulta médica, siendo la forma en que el cuerpo "grita" el dolor que la víctima no puede verbalizar.

La somatización y el dolor crónico

Debido a este desgaste, es muy común que las víctimas presenten cuadros de somatización difusa que los médicos de atención primaria a menudo diagnostican como infecciones recurrentes, rinitis o contracturas musculares. Sin embargo, detrás de estos síntomas se esconde una realidad traumática.

Son habituales los problemas osteomusculares (dolor de espalda y cuello por tensión acumulada), cefaleas tensionales crónicas, migrañas severas y trastornos gastrointestinales como úlceras o colon irritable.

El cuerpo lleva la cuenta del trauma; el dolor físico se convierte en la manifestación tangible del sufrimiento emocional reprimido, creando un círculo vicioso donde la mala salud física disminuye aún más la capacidad de la víctima para afrontar su situación y defenderse.

Deterioro funcional y reproductivo

El impacto se extiende a funciones vitales básicas. Las alteraciones del sueño son casi universales en este colectivo, manifestándose como insomnio rebelde o, en el extremo opuesto, una necesidad excesiva de dormir (letargia) como mecanismo de evasión de la realidad.

También se observan cambios drásticos en el peso corporal y fatiga crónica inexplicable.

En el ámbito de la salud reproductiva, el estrés extremo y el control coercitivo pueden derivar en trastornos ginecológicos, complicaciones durante el embarazo, partos prematuros o abortos espontáneos, e incluso embarazos no deseados f