Ejercicio [¿quién eres?]. las declaraciones [yo soy]

Trascendiendo las Etiquetas Superficiales

En nuestra vida cotidiana, cuando nos enfrentamos a la simple pero profunda pregunta "¿Quién soy?", nuestras respuestas tienden a ser automáticas y superficiales.

Nos definimos por nuestros roles (soy padre, soy gerente), nuestras profesiones (soy ingeniero, soy artista) o nuestras posesiones.

Si bien estos aspectos forman parte de nuestra vida, no capturan la esencia de nuestro ser.

Son etiquetas externas que a menudo confundimos con nuestra identidad fundamental.

Para ir más allá de esta superficie y conectar con nuestro núcleo auténtico, existe un ejercicio de introspección simple y extraordinariamente poderoso: las declaraciones "Yo Soy".

La Práctica del "Yo Soy"

El ejercicio consiste en buscar un momento de tranquilidad, tomar papel y lápiz, y empezar a completar repetidamente la frase "Yo soy...". La clave es hacerlo de forma intuitiva y sin juicio.

Las primeras respuestas probablemente seguirán siendo externas: "Soy Juan", "Soy de esta ciudad", "Soy un trabajador".

No hay que luchar contra esto, simplemente hay que seguir escribiendo.

A medida que persistimos, la mente consciente comienza a ceder el paso a capas más profundas de nuestro ser.

Explorando las Profundidades del Ser

Poco a poco, empezarán a surgir respuestas que no se refieren a lo que hacemos, sino a lo que somos.

Cualidades del carácter, valores intrínsecos, estados del ser, pasiones fundamentales.

Podrían aparecer frases como:

• "Yo soy una persona leal y comprometida".
• "Yo soy un espíritu curioso y amante del aprendizaje".
• "Yo soy alguien que valora la paz y la armonía".
• "Yo soy creativo y lleno de ideas".
• "Yo soy resiliente y capaz de superar desafíos".

Este proceso es un acto de autodescubrimiento profundo.

Nos obliga a despojarnos de las etiquetas que nos hemos puesto o que otros nos han impuesto, y a definirnos desde adentro hacia afuera.

Al crear esta lista, no solo ganamos una claridad inmensa sobre nuestra verdadera identidad.

Sino que también construimos una base sólida e inquebrantable para nuestra autoestima.

Ya no dependemos de la validación externa, porque hemos contactado con el valor inherente que reside en nuestro núcleo.

Esta práctica es un pilar fundamental para vivir una vida auténtica y con propósito.