Ética en el coaching: principios y buenas prácticas - coaching negocio

A la hora de abordar cualquier temática relacionada con la ética, debemos remitirnos indiscutiblemente a la moral. Cuando realizamos o dejamos de realizar determinada acción debido a aspectos morales, estamos construyendo nuestros principios y valores éticos. La ética profesional define nuestro comportamiento en relación con nuestra concepción de lo que es correcto o no, enmarcando nuestra actuación hacia la sociedad, nuestra competencia y nuestros clientes.

Durante el desarrollo de esta guía, abordaremos el tema de la ética del coaching, esbozando algunos aspectos básicos que configuran el deber ser del desempeño profesional del coach hacia terceros.

La información del cliente debe ser preservada

Al igual que en profesiones como la psicología, la información que entrega el cliente posee un alto valor y debe ser preservada, independientemente de si existe un contrato de confidencialidad. Cuando un cliente acude a nuestros servicios, deposita su confianza en nosotros y nos comparte aspectos de su vida personal que pueden ser sensibles y que, de hacerse públicos, podrían causarle un daño considerable.

Por ello, una de las características por las que debemos ser reconocidos en nuestro sector profesional es por nuestra discreción. Una vez que concluye la cita con el cliente, la información debe ser tratada como un bien de alto valor bajo nuestra protección. Solo así garantizaremos que los siguientes encuentros se desarrollen en un ambiente de confianza, permitiendo que el cliente evolucione en un entorno seguro.

No debemos aceptar trabajos para los que no estamos preparados

Al abordar una situación específica del cliente, debemos saber distinguir si se encuentra dentro de nuestro ámbito de competencia y si somos capaces de gestionarla con efectividad. Nuestro cliente siempre apreciará nuestra sinceridad al reconocer que no sabemos cómo ayudarle, en lugar de aceptar un trabajo por no tener la valentía de admitir nuestra falta de preparación.

El respeto por nuestro trabajo y por las necesidades de quienes solicitan nuestros servicios comienza por ser conscientes de en qué podemos realmente ayudar y en qué no debemos inmiscuirnos, ya que al querer solucionar un problema, podríamos terminar creando uno mayor.

Mostrar un interés sincero en nuestro cliente

Muchos coaches limitan su ámbito de trabajo al tiempo de consulta y no se toman el tiempo de hacer un seguimiento de las problemáticas abordadas y la efectividad de las recomendaciones dadas. Mostrar interés en nuestro cliente también es mostrar respeto hacia nuestra labor profesional.

Un coach de vida no es simplemente alguien que vende un servicio y luego se desvincula del cliente; es quien ha diseñado el camino a seguir y debe interesarse en comprobar si este camino ha sido efectivo y si el cliente ha hallado solución a su problema. La empatía comienza con la capacidad de identificarse con otras personas, una habilidad esencial para una profesión de carácter tan humano como la del coach.

No limites tu relación con los clientes a ofrecer tu servicio; preocúpate por los resultados que obtienen y utilízalos como un indicador de tu eficiencia y el grado de satisfacción de tu clientela. Cuando el cliente percibe interés de su coach, entiende que el apoyo que recibe no se limita al pago, sino que también involucra aspectos humanos que fortalecen la relación entre ambos.