La Exigencia de Perfección y los [Deberías]
La creencia de que 'tengo que ser perfecto' y la tiranía de los 'deberías' son patrones de pensamiento que imponen normas rígidas sobre cómo uno mismo y los demás deberían actuar, y cómo la vida debería ser.
Cuanto más inflexibles son estas normas autoimpuestas o internalizadas, mayor es la probabilidad de experimentar frustración, ansiedad y sufrimiento.
La Naturaleza de los "Deberías"
Los "deberías" se manifiestan como una lista de expectativas y exigencias sobre el comportamiento propio y ajeno.
Cuando estas expectativas no se cumplen –lo cual es frecuente dada su rigidez–, la reacción emocional suele ser el enojo (si la exigencia era hacia otros o hacia la vida) o la culpa (si la exigencia era hacia uno mismo).
Ejemplos de estas exigencias incluyen: "Todo debería ser rápido, fácil y cómodo para mí", "los demás tienen que tratarme de forma justa y razonable siempre", o "no tengo que cometer ningún fallo en lo que me proponga".
Estas creencias a menudo se basan en criterios externos en lugar de surgir de una autoevaluación interna y flexible.
Cuestionamiento de las Exigencias
Para contrarrestar el poder de los "deberías", es útil cuestionar su validez: ¿Dónde está escrita esa ley que dicta que las cosas tienen que ser así? ¿Qué pruebas existen de que esa norma rígida sea necesariamente cierta o aplicable universalmente?.
También es importante evaluar las consecuencias reales de no cumplir con esas exigencias: Si se fracasa, se comete un error o no se alcanzan los estándares autoimpuestos, ¿qué es lo peor que realmente podría pasar? ¿Existen otras formas de pensar, hacer o sentir que sean igualmente válidas?.
Perfeccionismo y Parálisis
Los "deberías" muy rígidos conducen al perfeccionismo, una búsqueda interminable de la impecabilidad, ya que todo es susceptible de mejora.
Este perfeccionismo, especialmente cuando la valía personal se asocia directamente con los resultados, puede ser paralizante.
El perfeccionista se enfoca en lo que falta y en la angustia de cometer errores, en lugar de disfrutar del proceso metódico y del esfuerzo
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