El conflicto como motor de cambio organizacional
El conflicto es un motor indispensable de cambio y mejora organizacional.
A menudo, un conflicto no es solo un choque entre individuos, sino una señal de que existen problemas sistémicos o ineficiencias más profundas que, de otro modo, pasarían desapercibidos.
Al abordar estos conflictos de manera constructiva, las organizaciones tienen la oportunidad de implementar cambios positivos en sus políticas, procesos y cultura, lo que resulta en una mejora general de la eficiencia, la moral y la satisfacción de los empleados.
Una de las funciones más importantes del conflicto es que desafía el status quo.
Las fricciones que surgen entre la forma en que se hacen las cosas actualmente y las nuevas ideas o necesidades pueden ser la chispa que impulse la innovación y la adaptación.
Por ejemplo, un conflicto entre un equipo de ventas y el de producción sobre los plazos de entrega puede revelar la necesidad de mejorar los procesos internos o de implementar una nueva tecnología.
Cuando una organización se enfrenta a un conflicto, como una mala experiencia con un cliente, si se maneja de forma sabia, puede fortalecer la relación con el cliente y llevar a la empresa a desarrollar un mejor producto o servicio.
Este tipo de cambio es invaluable para la viabilidad a largo plazo de la empresa.
En cambio, las empresas que evitan el conflicto o lo manejan de forma destructiva a menudo no se adaptan y terminan por fracasar.
Por lo tanto, el conflicto puede ser una forma de impulsar la comprensión entre las personas y entre los equipos, lo que fomenta el desarrollo de un ambiente de trabajo más unido y productivo.
Al ver el conflicto como un mecanismo de supervivencia, las organizaciones pueden utilizarlo para identificar áreas de mejora y transformarse para adaptarse a un futuro más prometedor.
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