Escucha activa: escuchar para entender, no para responder
La escucha activa: más allá de las palabras
La escucha activa es una habilidad de comunicación fundamental que va mucho más allá de simplemente oír lo que dice la otra persona.
Se trata de un proceso de tres partes: comprender el mensaje, procesarlo y, finalmente, hacerle saber a la otra persona que la has escuchado y comprendido.
En el contexto de un conflicto, esto implica concentrarse plenamente en lo que se dice, en lugar de estar planeando una respuesta.
Al escuchar activamente, dejas de lado tus propios pensamientos y juicios para intentar ver el mundo a través de los ojos del interlocutor.
Esto no significa que tengas que estar de acuerdo con su punto de vista, pero sí que te esfuerces por comprender su perspectiva.
El simple hecho de que la otra persona se sienta escuchada y valorada puede reducir la tensión de un conflicto hasta en un 50%.
Técnicas clave para una escucha efectiva
Para dominar la escucha activa y transformarla en una herramienta de resolución de conflictos, puedes implementar estas técnicas:
Silencio y concentración: Permanece en silencio mientras la otra persona habla y concéntrate en su mensaje.
Evita las distracciones, no interrumpas y esfuérzate por percibir sus sentimientos, intereses y necesidades.
Parafraseo y validación: Una vez que la persona termine de hablar, resume lo que has escuchado con tus propias palabras.
Esto tiene un efecto muy poderoso, ya que le demuestra que estás presente, que has comprendido su punto de vista y que estás dispuesto a escucharlo.
Además, el parafraseo evita malentendidos y le da al otro la oportunidad de corregirte si no lo has entendido bien.
Lenguaje corporal y señales verbales: Utiliza tu lenguaje corporal para demostrar que estás comprometido.
Asiente con la cabeza, mantén el contacto visual e inclínate ligeramente hacia adelante.
Estas señales no verbales, junto con respuestas verbales como "entiendo que te sientas frustrado", son tan importantes como las palabras que dices y ayudan a crear un entorno más propicio para el diálogo constructivo.
Preguntas abiertas: Haz preguntas que no puedan responderse con un simple "sí" o "no".
Las preguntas como "¿Puedes contarme más sobre eso?" o "¿Qué te hizo sentir así?" animan a la persona a explicar sus pensamientos y sentimientos, revelando las causas profundas del conflicto y no solo los síntomas superficiales.
Al practicar la escucha activa, no solo mejoramos
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