Relación con la Psicología Tradicional
Comprender el lugar que ocupa la psicología positiva dentro del panorama más amplio de la ciencia psicológica es crucial para apreciar su contribución única.
Lejos de presentarse como una alternativa excluyente o un reemplazo de los modelos y enfoques preexistentes, su vocación es la de ser un complemento esencial, enriqueciendo y expandiendo el campo de estudio del ser humano.
El Legado y Foco de la Psicología Tradicional
Históricamente, una gran parte de la investigación y la práctica psicológica se ha centrado en el estudio de la psicopatología. Es decir, en comprender la naturaleza, las causas y el tratamiento de las enfermedades mentales y los trastornos del comportamiento.
Este enfoque, a menudo denominado "modelo de enfermedad", ha sido de un valor incalculable.
Gracias a él, se han desarrollado intervenciones y terapias que han aliviado el sufrimiento de innumerables personas, ayudándolas a superar condiciones debilitantes como la depresión, la ansiedad, las fobias y otros muchos desórdenes psicológicos.
El objetivo primordial de esta psicología tradicional ha sido, y sigue siendo, reparar el daño y ayudar a los individuos a pasar de un estado de funcionamiento deficiente o de malestar significativo a un estado de "normalidad" o ausencia de patología.
Se podría decir que ha trabajado para llevar a las personas desde niveles negativos de bienestar (por ejemplo, un -10 o un -5 en una escala subjetiva) hasta un punto cero, donde la enfermedad aguda ya no está presente.
La Perspectiva Ampliadora de la Psicología Positiva
La psicología positiva surge reconociendo y valorando este importante legado, pero también identificando una laguna significativa: la psicología había dedicado comparativamente menos atención al estudio científico de lo que hace que la vida sea plena, feliz y significativa para aquellas personas que no necesariamente sufren un trastorno mental.
Se percató de que la ausencia de enfermedad no implica automáticamente la presencia de un bienestar floreciente.
Por ello, la psicología positiva se propone como un campo de estudio dedicado a investigar científicamente las emociones positivas, los rasgos de carácter positivos (fortalezas y virtudes) y las instituciones positivas (como la familia, la escuela o la comunidad) que facilitan el desarrollo óptimo y el florecimiento humano.
Su interés no radica en negar o minimizar el sufrimiento. Sino en entender y promover los factores que permiten a los individuos y sociedades prosperar.
Un Modelo de Complementariedad, No de Sustitución
La psicología positiva no pretende invalidar ni reemplazar el conocimiento acumulado ni las prácticas efectivas de la psicología tradicional; su objetivo es complementarlas.
Busca ofrecer un marco más completo de la experiencia humana, uno que abarque tanto las debilidades y el sufrimiento como las fortalezas y el bienestar.
En lugar de centrarse exclusivamente en "reparar lo que está roto", la psicología positiva también se enfoca en "construir lo que está bien".
Así, su aspiración es ayudar a las personas no solo a alcanzar ese punto cero de ausencia de patología. Sino a moverse hacia niveles positivos de bienestar, satisfacción y felicidad (por ejemplo, de un 0 a un +5 o +10 en la escala de bienestar).
Se trata, por tanto, de una adición vital al campo de la psicología, que enriquece su capacidad para mejorar la vida de las personas en todo el espectro de la experiencia humana.
Este enfoque dual permite una comprensión más holística y equilibrada, reconociendo que el ser humano tiene la capacidad tanto de sufrir como de florecer.
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