Gestión de la Reputación Online
Auditoría personal
En la era digital, el currículum es solo la punta del iceberg; la verdadera validación ocurre en Internet.
Antes de enviar cualquier candidatura, es imperativo realizar una "auditoría de ego" o autoo-búsqueda en Google.
Los reclutadores investigarán el nombre del candidato para ver qué información pública existe, y lo que encuentren puede reforzar o destruir la candidatura en segundos.
Esta auditoría debe realizarse desde una ventana de incógnito para evitar resultados sesgados por el historial de navegación propio.
El objetivo es identificar y limpiar cualquier contenido que no se alinee con la imagen profesional deseada, como comentarios polémicos en foros antiguos o fotografías inapropiadas en redes sociales abiertas.
Si al buscar el nombre de un abogado prestigioso aparecen primero sus quejas en un blog vecinal en lugar de sus logros académicos, hay un problema de reputación que debe ser gestionado, ya sea eliminando el contenido o sepultándolo bajo nueva información positiva.
Creación de contenido propio
La mejor defensa es un buen ataque.
Para controlar la narrativa online, no basta con eliminar lo negativo; hay que generar activamente contenido positivo que demuestre autoridad y pasión por el sector.
Escribir artículos en plataformas como Medium o LinkedIn, tener un portafolio digital o incluso participar en podcasts del sector son formas excelentes de "ocupar" los primeros resultados de búsqueda.
Imaginemos a un experto en ciberseguridad que mantiene un blog actualizado sobre las últimas amenazas de malware.
Cuando un reclutador lo busque, encontrará evidencia tangible de su conocimiento y compromiso, validando inmediatamente su perfil de experto.
No es necesario escribir un libro entero como haría un autor consagrado; pequeñas píldoras de contenido, análisis de tendencias o estudios de caso publicados regularmente construyen una huella digital sólida que trabaja a favor del candidato las 24 horas del día.
Coherencia en redes
La marca personal debe ser omnicanal y coherente. Un error común es tener un perfil de LinkedIn impecable y "corporativo", mientras que la cuenta de Twitter (X) o Instagram, que también son públicas, muestran un comportamiento inmaduro o radicalmente opuesto a los valores que se pretenden vender. La incongruencia genera desconfianza.
Si un profesional se vende como "meticuloso y orientado al detalle" en su currículum, pero sus redes sociales están llenas de faltas de ortografía y opiniones precipitadas, se rompe la credibilidad.
Es fundamental alinear la biografía, la foto y el tono en todas las plataformas visibles.
Esto no significa que no se pueda tener vida personal, sino que se debe gestionar la privacidad de las cuentas personales y asegurar
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