Reconstrucción de la Identidad y Planificación de Vida
Redescubrimiento del "Yo", Reality Check y Metas SMART
El abuso es un proceso de colonización de la identidad; la víctima se convierte en lo que el agresor necesitaba que fuera para sobrevivir.
La recuperación implica un acto de "arqueología personal": redescubrir gustos, opiniones, hobbies y valores que fueron suprimidos, ridiculizados o prohibidos.
Es vital realizar un ejercicio de Reality Check (chequeo de realidad) constante para combatir los remanentes del gaslighting.
Esto implica escribir la propia narrativa de los hechos, validando que el abuso ocurrió, que fue grave y que no fue culpa suya, desafiando la voz internalizada del agresor que minimiza lo sucedido.
Para salir del "modo supervivencia" (donde el cerebro solo planifica para la próxima hora o día), es necesario proyectarse al futuro mediante la metodología SMART: metas Específicas, Medibles, Alcanzables, Relevantes y Temporales.
En lugar de un deseo vago como "quiero estar bien", se establece: "Voy a asistir a terapia una vez por semana durante tres meses" o "Ahorraré el 10% de mi sueldo cada mes para mi fondo de libertad".
Esta estructuración activa la corteza prefrontal, reduce la ansiedad que provoca la incertidumbre del futuro y proporciona una hoja de ruta tangible hacia la independencia.
Reestructuración Cognitiva y Celebración de Logros
Las víctimas suelen tener un crítico interno feroz que sabotea su progreso. La recuperación de la autoeficacia requiere la acumulación deliberada de evidencia positiva sobre la propia competencia.
La aplicación de metas SMART debe ir acompañada del reconocimiento consciente de cada paso avanzado, por pequeño que parezca.
Completar un trámite burocrático difícil, pintar una habitación de un color que al agresor no le gustaba, o simplemente pasar un día entero sin llorar, son victorias que deben ser registradas y celebradas.
Este proceso ayuda a reestructurar la cognición de "soy una inútil/incapaz" (indefensión aprendida) a "soy capaz, resiliente y autónoma".
Además, implica sanar la relación con el propio pasado y con las figuras parentales si hubo violencia en la infancia, resignificando esos eventos para romper las lealtades inconscientes que llevan a repetir el destino.
Al construir una identidad nueva basada en la dignidad y el merecimiento, se cierran las puertas a futuras relaciones abusivas, criando a la siguiente generación desde la libertad y no desde la carencia afectiva.<
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