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Superando los Impulsores de Personalidad: [Ser Perfecto], [Apresurarse] y [Complacer a Otr

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Superando los Impulsores de Personalidad: [Ser Perfecto], [Apresurarse] y [Complacer a Otr


Identificando los Impulsores Inconscientes de la Infelicidad

Dentro de nuestra programación mental, existen ciertos patrones de pensamiento particularmente potentes, conocidos como "impulsores de personalidad".

Estos son mandatos internos, a menudo desarrollados en la infancia como estrategias de adaptación, que en la vida adulta pueden convertirse en fuentes significativas de estrés e infelicidad si no se controlan.

Aunque existen varios, tres de los más comunes y perjudiciales son "Ser Perfecto", "Apresurarse" y "Complacer a Otros".

Estos impulsores actúan como una voz interna que nos presiona constantemente para cumplir con estándares poco realistas.

Un aspecto peligroso de estos patrones es que cuanto más los "alimentamos" “es decir, cuanto más intentamos satisfacer sus demandas”, más fuertes y exigentes se vuelven.

Superarlos no consiste en ceder a ellos, sino en reconocerlos y aprender a actuar deliberadamente en su contra.

El Impulsor "Ser Perfecto": La Tiranía de la Impecabilidad

El impulsor "Ser Perfecto" nace a menudo de una infancia en la que los errores eran castigados y solo la excelencia era recompensada.

En la vida adulta, se manifiesta como una obsesión por hacer todo de manera impecable, desde la forma en que se organizan las latas en la despensa hasta la redacción de un correo electrónico.

La persona con este impulsor es excesivamente detallista y crítica, y siente una gran ansiedad ante la posibilidad de cometer un error.

Esta búsqueda de la perfección es agotadora y, en última instancia, paralizante, ya que la perfección es un estándar inalcanzable.

La terapia para este impulsor es la aceptación de "lo suficientemente bueno".

Implica establecer límites de tiempo para las tareas, obligarse a entregar un trabajo que es bueno pero no perfecto, y practicar la autocompasión ante los errores.

Se trata de aprender que el progreso es más valioso que una perfección que nunca llega.

El Impulsor "Apresurarse": La Carrera Constante contra el Reloj

El impulsor "Apresurarse" suele tener su origen en el miedo infantil a quedarse atrás.

Se manifiesta como una compulsión por encajar la mayor cantidad de actividades posible en el menor tiempo posible.

La persona con este impulsor vive en un estado de prisa constante, realiza múltiples tareas a la vez y siente que nunca hay suficiente tiempo.

Esta mentalidad genera un estrés crónico y nos impide estar presentes y disfrutar del momento; estamos tan ocupados corriendo hacia la siguiente tarea que nos perdemos la vida que está sucediendo ahora mismo.

La terapia para este impulsor es la práctica deliberada de la lentitud.

Implica planificar con márgenes de tiempo, llegar a los sitios con antelación en lugar de con el tiempo justo, practicar la monotarea y dedicar momentos a no hacer nada.

Se trata de enseñar a nuestro sistema nervioso que no hay ninguna emergencia y que la eficacia no es sinónimo de velocidad.

El Impulsor "Complacer a Otros": La Pérdida del Propio Centro

El impulsor "Complacer a Otros" proviene de la lección infantil de que ser "bueno" significa poner las necesidades de los demás por delante de las propias.

En su extremo, esto se convierte en una preocupación excesiva por lo que los demás piensan y en una incapacidad para decir "no", lo que lleva a un descuido de las propias necesidades, deseos y objetivos.

La persona con este impulsor a menudo se siente resentida y agotada, ya que su vida está dictada por las expectativas ajenas.

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