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Conflictos Calientes y Fríos

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Conflictos Calientes y Fríos


Los conflictos, aunque todos son producto de un desacuerdo, se manifiestan de maneras muy diferentes.

Comprender si se está lidiando con un conflicto "caliente" o "frío" es fundamental para aplicar la estrategia correcta.

Esta clasificación se basa en el comportamiento y el estilo de comunicación que muestra el cliente, y cada tipo exige un enfoque distinto.

Los conflictos calientes se caracterizan por una manifestación emocional intensa y directa.

El cliente está visiblemente enfadado, puede gritar, insultar o utilizar un lenguaje agresivo y directo.

En este tipo de conflicto, las emociones han tomado el control y la lógica ha quedado relegada.

La persona se siente herida, frustrada o injustamente tratada y lo expresa de forma vehemente.

El principal objetivo al tratar con un conflicto caliente no es debatir sobre los hechos, sino ayudar a la persona a calmar sus emociones.

Esto se logra a través de la empatía, mostrando que se entiende su frustración, y manteniendo un tono de voz sereno y firme.

La estrategia es guiar al cliente de la emoción a la lógica, de modo que se pueda tener una conversación productiva para encontrar una solución.

Un ejemplo sería un cliente que llama a una aerolínea gritando por la cancelación de su vuelo.

El agente debe primero calmarlo, reconocer su frustración y solo después proponer opciones.

En el otro extremo, están los conflictos fríos, que se manifiestan de forma pasiva e indirecta.

En este caso, el cliente no grita, sino que se retira, se vuelve cínico, interrumpe la comunicación o utiliza respuestas cortantes y formales.

La persona está herida, pero en lugar de expresar su enojo, lo reprime y se distancia.

Es común en estos conflictos que el cliente espere que el profesional lo "persiga", como una forma de probar si realmente le importa a la empresa.

La estrategia para manejar un conflicto frío es motivar al cliente a que se abra y exprese sus preocupaciones genuinas.

Se deben hacer preguntas abiertas y mostrar un interés auténtico para romper su barrera emocional.

Un ejemplo podría ser un cliente que ha dejado de usar un servicio de suscripción y responde a los correos de seguimiento con un simple "no estoy interesado", ocultando un problema de facturación que lo molestó.

La mayoría de los conflictos pueden ser categorizados en estos dos tipos, y saber identificarlos permite al profesional elegir la respuesta adecuada.

La forma de reaccionar ante un conflicto caliente es diferente a la de uno frío, y adaptar el comportamiento a cada situación aumenta significativamente las posibilidades de una resolución exitosa y de que el cliente se sienta comprendido, sin importar cómo exprese su insatisfacción.

Resumen

Comprender si un conflicto es "caliente" o "frío" es fundamental para aplicar la estrategia correcta. Los conflictos calientes se manifiestan con emociones intensas y directas, como gritos o lenguaje agresivo.

El objetivo al tratar un conflicto caliente es ayudar a la persona a calmar sus emociones. Esto se logra con empatía, un tono de voz sereno y dirigiendo la conversación de la emoción a la lógica.

Los conflictos fríos son pasivos e indirectos; el cliente se distancia, usa el cinismo o respuestas cortantes. La estrategia es motivar a la persona a que se abra, haciendo preguntas que rompan su barrera emocional.


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