Atención y Percepción en el Entorno Social
La cognición social se refiere a los procesos mentales mediante los cuales las personas piensan sobre sí mismas y sobre los demás en el mundo social.
Implica cómo seleccionamos, interpretamos, recordamos y utilizamos la información social para hacer juicios y tomar decisiones.
Dos de los procesos más básicos y fundamentales en esta área son la atención y la percepción social.
La Atención Social Selectiva
El mundo social está repleto de una cantidad abrumadora de información. Nuestros sentidos son constantemente bombardeados con estímulos provenientes de otras personas, sus acciones, expresiones y el contexto en el que interactuamos.
Dado que nuestra capacidad para procesar información es limitada, no podemos prestar atención a todo simultáneamente.
La atención social es, por tanto, un proceso selectivo. Tendemos a enfocar nuestra atención en ciertos estímulos del entorno social mientras ignoramos otros.
Los factores que capturan nuestra atención pueden variar, incluyendo la prominencia o saliencia del estímulo (algo que destaca), su relevancia para nuestras metas o necesidades actuales, o incluso nuestras expectativas y esquemas mentales preexistentes.
Por ejemplo, si estamos buscando a un amigo en una multitud, nuestra atención se agudizará para detectar sus rasgos distintivos.
Percepción Social como Proceso Constructivo
Una vez que hemos prestado atención a ciertos estímulos sociales, el siguiente paso es la percepción social, que es el proceso mediante el cual formamos impresiones y hacemos inferencias sobre otras personas.
No se trata de una simple recepción pasiva de información, sino de un proceso activo y constructivo.
Nuestro cerebro organiza e interpreta la información sensorial recibida (expresiones faciales, tono de voz, lenguaje corporal) para darle un significado.
Esta interpretación está fuertemente influenciada por nuestras experiencias pasadas, conocimientos, creencias, actitudes y, como veremos más adelante, por los esquemas mentales que tenemos activados.
Por ejemplo, la misma sonrisa puede ser percibida como genuina o como falsa dependiendo de nuestras experiencias previas o de la información contextual que tengamos sobre la persona.
La percepción social es, por lo tanto, inherentemente subjetiva y susceptible a errores y sesgos.
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