Estrategias para reducir la preocupación
Dado que la preocupación es un hábito mental ineficaz y dañino, es importante aprender estrategias para reducirla. Aquí te presentamos algunas técnicas prácticas.
La primera estrategia es empezar a ver los momentos presentes como un tiempo para vivir, no para obsesionarse con el futuro.
Practicar la atención plena o mindfulness puede ser de gran ayuda para anclarnos en el aquí y el ahora.
La segunda y más potente estrategia es recordar que el mejor antídoto para la preocupación es la acción.
Si hay algo que puedes hacer ahora para prevenir el problema que te preocupa, hazlo. Si no puedes hacer nada, entonces preocuparse es inútil. Enfoca tu energía en lo que sí puedes controlar.
Una técnica interesante es darte a ti mismo 'períodos de preocupación'. En lugar de dejar que la preocupación te invada todo el día, asígnale un tiempo concreto.
Por ejemplo, 'voy a preocuparme por este tema durante 10 minutos por la tarde'.
Cuando llegue el momento, siéntate y preocúpate intensamente. Pronto te darás cuenta de que es un ejercicio absurdo y de que es tiempo perdido. Esto te ayudará a reducir el hábito.
Otro ejercicio útil es hacer una lista de todas las cosas que te preocupaban en el pasado. Luego, verifica cuántas de esas preocupaciones se hicieron realidad.
Y pregúntate si el hecho de haberte preocupado hizo algo por ti. Este análisis retrospectivo suele ser muy revelador.
Finalmente, ante cada preocupación, hazte la pregunta clave: '¿cambiará algo como consecuencia directa de mi preocupación?'. La respuesta casi siempre será 'no'.
Este simple recordatorio puede ayudarte a soltar el bucle de pensamiento y a redirigir tu atención hacia algo más constructivo y útil en el momento presente.
Resumen
La preocupación es un hábito mental dañino que nos aleja del presente y nos desgasta emocionalmente. Para combatirla, la práctica del mindfulness ayuda a centrarse en el momento actual y reducir la ansiedad.
Una estrategia poderosa es reemplazar la preocupación con acción. Si puedes hacer algo, actúa. Si no puedes, preocuparte no resuelve nada. Enfócate siempre en lo que está bajo tu control.
Otras técnicas incluyen asignar “períodos de preocupación” para limitar su impacto, y reflexionar sobre preocupaciones pasadas que nunca se cumplieron. Esto ayuda a ver lo inútil de preocuparse.
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