Aplicando el t-f-a-r a la fijación de objetivos
El error de planificar solo acciones para un resultado
Cuando nos fijamos un objetivo, la mayoría de nosotros nos centramos en el plan de acción. Hacemos una lista de las tareas (A) que creemos que nos llevarán al resultado (R) deseado.
Este enfoque, aunque necesario, es incompleto y a menudo conduce al abandono.
Incluir en la planificación: ¿Cómo necesito sentirme)? ¿Qué pensamientos debo cultivar?
Una planificación de objetivos mucho más eficaz debe incluir los cuatro elementos del modelo T-F-A-R.
Además de definir las acciones, debemos preguntarnos: Para poder realizar estas acciones de forma consistente, ¿cómo necesito sentirme (F)? Y para poder sentirme de esa manera, ¿qué tipo de pensamientos (T) necesito cultivar y cuáles debo soltar?
El ejemplo del lector aburrido vs. el lector entusiasmado
Volvamos al ejemplo de leer un capítulo al día. Si solo nos centramos en la acción, pero nuestros pensamientos son 'leer es una obligación' y nuestros sentimientos son de aburrimiento, fracasaremos.
Un plan eficaz incluiría estrategias para cambiar el T y el F. Por ejemplo, elegir libros sobre temas que me apasionen (cambia el T a 'esto es interesante') para generar un sentimiento (F) de curiosidad y disfrute, lo que facilitará enormemente la acción (A).
La necesidad de convertirse en la persona (con los pensamientos y emociones correctos) que puede lograr el objetivo
En última instancia, lograr un objetivo no se trata solo de 'hacer' cosas. Se trata de 'convertirse' en la persona que puede lograr ese objetivo.
Una persona que quiere estar en forma no solo 'va al gimnasio'. Es una persona que piensa en sí misma como alguien activo y saludable, y que siente satisfacción en el cuidado de su cuerpo.
Alinear nuestros pensamientos y sentimientos con nuestras metas es la clave para que las acciones fluyan de forma natural y sostenible.
Resumen
Planificar
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