Recomendaciones y menús modelo
Cuando la dieta de la madre lactante no aporta las cantidades adecuadas de todos los nutrientes, el organismo materno, prioriza las necesidades del bebé y garantiza los niveles de algunas vitaminas y minerales en la leche, a expensas de las reservas maternas, lo que repercute negativamente en la salud de la madre.
Las deficiencias nutricionales predominantes en la dieta materna, varían en dependencia del nivel socioeconómico, la región, la cultura, y los hábitos alimenticios. Se recomienda a las familias de bajos ingresos, donde existe el riesgo de padecer desnutrición materna e infantil, mejorar la alimentación de la madre, con el fin de garantizar la lactancia materna, para lograr el correcto desarrollo del bebé.
Suplementos alimenticios de vitaminas y minerales durante la lactancia materna
Una dieta suficiente, variada, equilibrada y rica en líquidos, ayuda a garantizar que las mujeres afronten la lactancia sin deficiencias. Sin embargo, por diversas razones, los requerimientos de algunos nutrientes, no se logran alcanzar a través de la dieta, siendo necesario entonces, tomar suplementos de vitaminas y minerales, o alimentos naturales fortificados que contengan esos nutrientes.
Es recomendable si se padece alguna enfermedad crónica, o se han seguido regímenes alimenticios con déficits de algunos nutrientes, como dietas vegetarianas o hipocalóricas, comunicarlo al médico especialista, para que después de evaluar su estado nutricional, determine si es necesario el incremento del consumo de determinados alimentos o la utilización de suplementos, para satisfacer las necesidades de la producción de leche y proteger a la madre y al lactante contra las deficiencias de nutrientes.
No se pueden tomar suplementos o alimentos fortificados, por nuestra cuenta, ya que muchos contienen altas dosis, que pueden provocar efectos muy dañinos para la salud de la madre y el bebé.
Recomendaciones sobre la alimentación materna durante la lactancia
Se recomienda tomar un vaso de agua, leche o zumo de frutas sin azúcares, antes o después de las tomas. El agua representa entre el 85 y el 95% del volumen total de la leche materna, por lo que la madre para mantenerse hidratada, debe ingerir entre dos y tres litros de agua a lo largo del día. Forzar la ingesta de líquidos por encima de la requerida, no tiene efectos beneficiosos trascendentes en la cantidad o calidad de la leche.
Se deben tomar alrededor de cuatro o cinco raciones diarias de lácteos, como leche, yogur, requesón o queso, con el fin de garantizar las ingestas de calcio necesarias, para el desarrollo óseo del pequeño, sin afectar las reservas maternas. En caso de no poder tomar lácteos, existen alimentos fortificados, que pueden aportar cantidades apreciables de calcio, además, otros alimentos que lo contienen son: verduras, legumbres, frutos secos, semillas de sésamo, pescados pequeños, cuando se consumen con espinas, como sardinas enlatadas y boquerones fritos.
Durante la lactancia no se deben hacer dietas hipocalóricas, ni saltarse comidas, es conveniente distribuir los alimentos en cinco o seis comidas diarias, para evitar las ingestas de comidas muy abundantes, que puedan provocar molestias digestivas.
La madre debe incluir en su dieta, una gran variedad de alimentos y condimentos con el fin de garantizar las demandas de todos los nutrientes y habituar al pequeño a diferentes sabores, que faciliten la adaptación a los nuevos alimentos, que se introducen a partir de los seis meses.
Alimentos que se deben evitar ingerir durante la lactancia materna
Alimentos que contengan sustancias alergénicas: si después de las tomas, los pequeños se irritan, lloran, presentan erupciones, diarreas o vómitos, podrían estar manifestándose reacciones alérgicas o intolerancias, a ciertas sustancias contenidas en la leche materna, relacionadas con algún alimento que consume la madre. Ante alguno de estos síntomas, se debe consultar al pediatra, este determinará el comportamiento a seguir para diagnosticar, y evitar los trastornos, sin suspender la lactancia materna.
Alimentos o ingredientes que modifican el sabor de la leche materna: son aquellos que después de ser ingeridos por la madre, provocan la incomodidad reiterada del bebé, sin causar daños a su salud. La madre debe determinar cuál es el causante de los trastornos y eliminar o reducir sus ingestas, para evitar el rechazo total a la leche materna, después de un periodo de tiempo, debe ir aumentando progresivamente, las ingestas del alimento o el ingrediente, para lograr la adaptación del bebé. Algunos de estos alimentos son: las alcachofas, el apio, los espárragos, la coliflor, el ajo, la cebolla y otras especias o condimentos.
Mercurio: se debe evitar el consumo de mariscos, pez espada, atún rojo, y el lucio, debido al alto contenido de mercurio que contienen esos alimentos. La exposición del niño a través de la leche materna, a cantidades excesivas de mercurio, puede suponer un riesgo para el desarrollo del sistema nervioso del bebé.
Medicina verde: no ingerir productos de plantas medicinales, o suplementos nutricionales no farmacológicos. Estos productos pueden contener sustancias desconocidas, que perjudiquen el correcto desarrollo del bebé.
Café: se recomienda limitar el consumo de cafeína o alimentos que la contengan. La cafeína, es una sustancia psicoactiva, estimulante del sistema nervioso central, que produce un efecto temporal de restauración del nivel de alerta y eliminación de la somnolencia.
Contienen cafeína el café el té, la yerba mate y algunas bebidas no alcohólicas (fundamentalmente los refrescos de cola y bebidas energéticas). Se ha comprobado que cuando la madre consume cafeína, esta aparece en la leche materna transcurridos una hora u hora y media, pudiendo provocar insomnio, nerviosismo e irritabilidad en el bebé.
Alcohol: el etanol, tipo de alcohol presente en las bebidas alcohólicas, es una sustancia quimica que ralentiza la actividad del sistema nervioso central. Puede provocar, en dependencia de las cantidades ingeridas, desde la sensación de calma, bienestar, somnolencia, euforia, hasta sensaciones de aturdimiento, relajación muscular, disminución de la velocidad de movimientos, perdida de los reflejos, náuseas y en caso de sobredosis la muerte. El consumo habitual de alcohol, repercute negativamente en la salud, y en el ámbito familiar y social de las personas, en cualquier etapa de la vida.
Se recomienda no beber alcohol durante los primeros tres meses de lactancia. Una vez pasado este tiempo, se podría beber ocasionalmente pequeñas cantidades, lo más alejadas posible de las tomas. Un consumo excesivo o de forma crónica, podría provocar serios trastornos para la salud de la madre y del lactante.
El alcohol inhibe la secreción de oxitocina, hormona que es segregada por la madre cuando amamanta, facilitando la eyección de la leche. Por esa razón el consumo habitual de bebidas alcohólicas durante la lactancia, puede reducir también la producción de leche, hasta un 25%.
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