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Necesidades de macronutrientes en la senectud

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Necesidades de macronutrientes en la senectud


Para determinar las necesidades nutricionales de las personas mayores, se deben tener en cuenta además de la edad, el sexo, el nivel de actividad física, la talla y el estado de salud, otros factores asociados a las circunstancias individuales, que pueden ser muy diferentes de unas personas a otras, como el número de enfermedades crónicas que padecen, la cantidad y tipo de fármacos que consumen y las limitaciones nutricionales de las diferentes dietas que siguen, entre muchos otros.

Todo ello provoca la gran variabilidad en cuanto a los requerimientos nutricionales de las personas mayores, por lo que se recomienda que cualquier intervención dietética, debe ser realizada únicamente por el personal sanitario especializado, basado en un adecuado estudio de la situación especifica de cada individuo y evaluando periódicamente los resultados, para comprobar la tolerancia a la misma.

Necesidades de energía

Las demandas energéticas disminuyen con la edad, por la modificación significativa de dos de los tres componentes del gasto energético:

  • El nivel de actividad física (AF).
  • Gasto metabólico en reposo o tasa metabólica basal (TMR).

El nivel de actividad física (AF): depende del tipo, la duración e intensidad de la actividad física desarrollada. Por lo general, es el elemento más importante en la modificación del gasto energético. Con la edad este factor en algunos individuos está muy deprimido, como consecuencia de minusvalias, discapacidades o conductas sedentarias, por lo que se requiere una reducción de los niveles de ingestas de energías aportadas por la dieta, para impedir que estas superen las requeridas para la realización de las actividades físicas cotidianas y se acumulen en forma de grasa, aumentando el riesgo de padecer sobrepeso u obesidad.

Se estima que dos terceras partes del total de la energía, que se debe reducir durante esta etapa de la vida, se deban a la disminución del nivel de actividad física, por lo cual si los niveles de actividad física continúan siendo adecuados, las reducciones de las ingestas de energías no deben ser elevadas.

El gasto metabólico en reposo o tasa metabólica basal (TMR): representa la energía gastada por una persona en reposo. Depende fundamentalmente de la cantidad de tejidos corporales metabólicamente activos. Por ser la masa muscular más activa que el tejido adiposo, la composición corporal, la edad y el sexo determinan los valores de este parámetro. Como consecuencia de la disminución de la masa muscular en las personas mayores, se reduce también el gasto metabólico en reposo, por lo que se hace necesario realizar reducciones de las ingestas de energías.

Una fórmula muy utilizada para calcular la tasa metabólica en reposo (tmr) es la de harris‐benedict a partir del peso (p) en (kg) y de la talla (t) en (cm):

  • Hombres tmr = 66 + [13.7 x p (kg)] + [5 x t (cm)] ‐ [6.8 x edad (años)]
  • Mujeres tmr = 655 + [9.6 x p (kg)] + [1.8 x t (cm)] ‐ [4.7 x edad (años)]

El menor gasto energético y el necesario descenso de la ingesta de energía que este provoca, es el factor que más influye en el estado nutricional de las personas mayores, ya que resulta muy difícil mantener un adecuado aporte de nutrientes, con una menor ingesta calórica, en organismos cuya capacidad de absorción se ha reducido, siendo muy altas las probabilidades de provocar deficiencias nutricionales, especialmente de micronutrientes.

Para lograr reducir la ingesta calórica y mantener cubiertas todas las demandas nutricionales, esta reducción debe realizarse a partir de una correcta elección de la dieta, incluyendo alimentos con alta densidad de nutrientes. Además, la experiencia ha demostrado que sobre este grupo poblacional, de elevada prevalencia de malnutrición, resultan más nocivas las ingestas reducidas que un moderado sobrepeso, por lo que se recomienda ser conservador en las limitaciones de la dieta, sin llegar tampoco al riesgo de obesidad.

Se considera actualmente que las necesidades energéticas de las personas mayores deben mantenerse en un rango que esté entre 1,4 y 1,8 veces la tasa metabólica en reposo (TMR), en dependencia del nivel de actividad física realizado. Para personas con un nivel de actividad física adecuado, que sería lo más recomendable, se utilizarían los valores más próximos al máximo del rango (1,8 x (TMR)), mientras que para los que desarrollan una actividad moderada o baja se deben utilizar los valores más próximos al mínimo del rango (1,4 x (TMR)).

Las necesidades energéticas promedio, a partir de los 60 años son de entre 1600 y 1700 kilocalorías diarias, con un límite superior alrededor de las 2000 kilocalorías diarias para mujeres, mientras que para hombres se encuentran entre las 2000 y 2100 kilocalorías diarias, con un límite superior de 2500 kilocalorías diarias. No se deben planificar dietas que aporten menos de 1500 kilocalorías diarias, por el elevado riesgo de malnutrición (proteico-calórica y por los déficits de vitaminas y minerales) que entrañan.

Necesidades de proteínas

Las proteínas en la dieta de las personas mayores pueden aportar entre un 12% y un 17% del total de la energía consumida, teniendo en cuenta que en esta etapa de la vida la ingesta energética suele ser baja.

La demanda de proteínas de las personas mayores está condicionada por los siguientes factores:

  • La disminución de la masa muscular condiciona una menor disponibilidad de aminoácidos para la síntesis proteica.
  • En caso de producirse ingestas calóricas inferiores a los niveles recomendados, por déficits en la dieta de las cantidades necesarias de hidratos de carbono y grasas, el organismo utilizará las proteínas para proporcionar energía, limitando la utilización de las proteínas aportadas por la dieta en los fines adecuados.
  • La pérdida de peso y la existencia de enfermedades crónicas requieren el incremento de las ingestas de este nutriente.
  • Los requerimientos de proteínas para la población adulta sana oscilan entre un 0,9 y 1,1 gramos por cada kilogramo de peso del individuo.
  • En caso de personas mayores que sufran infecciones agudas e intervenciones quirúrgicas se recomienda el incremento de las ingestas entre 1,25 y 1,50 gramos por kilogramo de peso diarios.
  • Las personas mayores que padecen enfermedades renales o hepáticas, deben evitar un aporte excesivo de proteínas, ya que una sobrecarga renal podría deteriorar el riñón envejecido.

Selección de las proteínas: Al seleccionar las proteínas para la dieta debemos tener en cuenta que no todas contienen todos los aminoácidos esenciales en cantidades suficientes para satisfacer los requerimientos del organismo. Las proteínas de origen animal, contienen más aminoácidos esenciales que las de origen vegetal y en general, tienen un valor nutritivo más alto. Existe una amplia variedad de alimentos de origen animal ricos en proteínas, como la carne, los pescados, los huevos y los productos lácteos.

Algunos alimentos de origen vegetal también son ricos en proteínas como las legumbres y los cereales. Para lograr obtener todos los aminoácidos esenciales en proteínas de origen vegetal, sin incluir proteínas de origen animal, se deben planificar en una misma comida, dos productos de origen vegetal, que se complementen mutuamente, como por ejemplo en un plato de potaje de judías y arroz blanco.

Para garantizar la calidad de las proteínas en la dieta de las personas mayores, se recomienda que alrededor del 60% de los aportes proteicos de la dieta, procedan de alimentos de origen animal, mientras el 40% restante de alimentos de origen vegetal.

Necesidades de hidratos de carbono

Cada gramo de hidrato de carbono aporta aproximadamente 4 kilocalorías al organismo. Se recomienda que los hidratos de carbono constituyan entre un 50% y un 60% de la energía total consumida por el organismo. Garantizando que los hidratos de carbono complejos aporten entre el 85% y el 90% del total de la energía aportada por los carbohidratos, mientras los hidratos de carbono simples aporten el resto, entre un 10% y un 15%.

Los alimentos que contienen hidratos de carbono simples son:

  • El azúcar de mesa y los productos que la contienen como las golosinas, las bollerías, pastelerías, los chocolates y las bebidas refrescantes.
  • El azúcar de las frutas y algunas verduras y hortalizas.
  • La lactosa o azúcar de la leche.

Los alimentos que contienen hidratos de carbono complejo son:

  • Los cereales integrales (pan, arroz, pastas integrales, maíz y harinas)
  • Las patatas.
  • Las legumbres.
  • Algunas verduras y hortalizas.

Para una ingesta media de 2200 kilocalorías diarias serán necesarios alrededor de 300 gramos de alimentos ricos en hidratos de carbono, como pan, cereales, pastas alimenticias y arroz preferiblemente integrales, con el objetivo de incrementar las ingestas de micronutrientes y fibra. Este grupo aporta carbohidratos complejos, que requieren una digestión más prolongada, provocando una mayor sensación de llenura, y evita tomar alimentos sin control entre comidas “pitirreos” que favorecen el sobrepeso y la obesidad.

No es aconsejable el consumo de alimentos ricos en carbohidratos simples como el azúcar de mesa, las golosinas, las bollerías, pastelerías, chocolates y bebidas refrescantes, estos alimentos son ricos en calorías pero aportan muy pocos nutrientes.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que el azúcar de mesa puede ser muy útil para incrementar la palatabilidad de algunos alimentos ricos en nutrientes como la leche, facilitando el consumo sobre todo en personas mayores con poco apetito.

Asimismo, no se recomienda reducir las ingestas de leche, frutas, verduras y hortalizas, aunque contienen azúcares simples, por los aportes de importantes minerales y vitaminas que realizan al organismo.

Necesidades de lípidos

Cada gramo de grasas (lípidos), aporta 9 kilocalorías. Se recomienda que las grasas en la dieta de las personas mayores sanas aporten entre un 25% y un 30% del aporte energético total diario, aunque se permite hasta un 35%, cuando se consume principalmente aceite de oliva.

La grasa en la dieta de las personas mayores juega un importante papel en el suministro de energía y en el aporte de ácidos grasos esenciales y vitaminas liposolubles. Asimismo, es un elemento palatable excelente, que contribuye a incrementar el consumo de alimentos menos atractivos, pero ricos en nutrientes, contribuyendo a elevar la calidad de la dieta.

Para evitar que las grasas se conviertan en un factor de riesgo para la salud, se recomienda que el aporte se obtenga de los diferentes tipos de grasas en las siguientes proporciones:

  • Alrededor de un 15% a 20% de ácidos grasos monoinsaturados, provenientes mayormente del aceite de oliva.
  • Un 7% a 8% de ácidos grasos saturados provenientes de alimentos como la leche entera, la mantequilla y las carnes grasas.
  • Un 7% a 8% de ácidos grasos poliinsaturados, que se encuentran en pescados azules, frutos secos y aceites de semillas como el de girasol, maíz y soja. Estos ácidos grasos son cruciales en la dieta de personas mayores por sus propiedades antiinflamatorias, antitrombóticas, antiarrítmicas y vasodilatadoras.

La recomendación más importante en cuanto al contenido de grasas en la dieta de las personas de cualquier edad es con


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