El estado nutricional de la gestante
La incorporación de la mujer a tareas cada vez más complejas en el ámbito laboral, social y político, sin abandonar su función fisiológica de la maternidad y la función sociocultural del cuidado de sus hijos, requieren de un adecuado desarrollo físico y biológico, que debe estar sustentado por un estilo de vida, que le permita el cumplimiento de tan disimiles roles, sin afectar su salud, ni el crecimiento y desarrollo de sus hijos.
La alimentación previa y durante el embarazo, juega un importante papel, no sólo para la madre, sino también, para la formación y desarrollo de la criatura. El déficit nutricional puede causar los siguientes trastornos:
- Infertilidad.
- Aborto espontáneo.
- Parto prematuro.
- Malformaciones congénitas.
- Bajo peso al nacer.
Mientras que la obesidad materna, puede provocar:
- Hipertensión arterial.
- Diabetes gestacional.
- Cesárea y utilización de fórceps, debido al tamaño de los recién nacidos.
Adaptaciones en el metabolismo de la madre, durante el embarazo, que influyen en las necesidades y utilización de los nutrientes.
Adaptaciones gastrointestinales: como consecuencia de las demandas maternas y fetales, se incrementan las capacidades de absorción intestinal, favoreciendo el incremento del apetito y de algunos trastornos estomacales, como las sensaciones de ardor en el estómago, vómitos y náuseas.
Adaptaciones cardiovasculares:
- Se incrementa la frecuencia cardiaca hasta 90 latidos por minuto.
- La presión arterial disminuye levemente.
- Aumenta el gasto cardiaco, bombeándose mayor cantidad de sangre.
Adaptaciones renales:
- Aumenta la velocidad de filtración del glomérulo.
- Aumenta la retención de iones y agua.
Adaptación del volumen y composición sanguíneos:
- Aumento del volumen sanguíneo.
- Reducción de la hemoglobina, albúmina y vitaminas hidrosolubles.
- Aumentan las vitaminas liposolubles.
- Aumenta el número de glóbulos rojos.
Estado nutricional inicial
Se recomienda planificar la gestación, preferentemente después de pasados los 20 años de edad, y antes de los 35, además deben esperar por lo menos dos años, después de su último parto, para concebir la siguiente criatura.
Para afrontar el embarazo, lo ideal sería que la futura madre, acudiera al médico varios meses antes, con el objetivo de prepararse para esta etapa. Este le orientará una dieta equilibrada, adecuada a sus necesidades, además, de ser necesario, le ordenaria tomar algunos suplementos nutritivos.
Si el embarazo te ha llegado por sorpresa, como ocurre casi siempre, aún estás a tiempo, acude a tu médico y cumple al pie de la letra sus recomendaciones, para que logres mantener tu salud y darle a tu hijo la mejor nutrición, que le permita crecer y desarrollarse adecuadamente.
Aspectos a tener en cuenta para la evaluación nutricional inicial
Edad de la gestante: desde el punto de vista de las necesidades nutricionales, se recomienda que los embarazos se produzcan, después que la mujer alcance la edad adulta (20 años). Se consideran los embarazos en la adolescencia de alto riesgo, ya que durante esas edades, se requieren altos niveles de nutrientes, para garantizar el desarrollo y la maduración fisiológica de las jóvenes, por lo que el embarazo incrementaria, las posibilidades de padecer desnutrición, favoreciendo la aparición de serios trastornos de salud, en la madre y la criatura.
Estos riesgos se incrementan en ocasiones, porque las jóvenes ocultan por temor su estado, retrasando los cuidados prenatales y continuando con una alimentación inadecuada para su condición. Para evitar estos peligros, debemos advertir a niñas, niños y adolescentes, sobre las consecuencias del embarazo en la adolescencia, y las formas de evitarlo, así como del modo correcto de afrontarlo, en caso de no haber podido evitarlo.
Volumen y composición sanguíneos: es muy importante diagnosticar y corregir la anemia en la madre lo antes posible. La anemia materna es un factor de riesgo importante asociado con el parto prematuro, el bajo peso al nacer y el mayor riesgo de mortalidad materna.
Se debe tener en cuenta que durante la gestación, el volumen sanguíneo se expande, provocando el descenso en los niveles de hemoglobina, vitaminas hidrosolubles y albúmina, a la vez se incrementan los niveles de vitaminas liposolubles. Todos estos cambios se deben considerar en las recomendaciones nutricionales, partiendo de los análisis del volumen y composición sanguíneos efectuados.
Peso de la gestante: la mujer debe embarazarse contando con un peso corporal adecuado. Para ello el índice de masa corporal (imc), debe estar en un rango comprendido entre los 19 y 25 kilogramos por metro cuadrado, y con reservas suficientes de nutrientes.
Las mujeres saludables y bien nutridas, deben ganar durante el embarazo entre 10 y 14 kilogramos de peso, para incrementar las posibilidades de dar a luz una criatura, de 3,3 kilogramos de peso y reducir el riesgo de complicaciones maternas y fetales.
La ganancia de peso durante el embarazo, debe adecuarse al peso pregestacional, es lógico que una mujer que inicia el embarazo delgada, puede aumentar más de peso que una mujer que inicia el embarazo con sobrepeso u obesa.
La ganancia de peso materno también debe estar en correspondencia, con la talla de la madre, en madres de muy baja talla, una ganancia de peso, de más de 12 kilogramos, podría incrementar el riesgo de desproporción céfalo pélvico.
Trastornos gastrointestinales: como consecuencias del estado fisiológico, algunas embarazadas padecen de vómitos, náuseas y sensaciones de ardor estomacal, que impiden una adecuada alimentación. Para combatir estos trastornos, es preciso adaptar las frecuencias, volúmenes y tipos de alimentos, en dependencia del grado de tolerancia de la gestante, con el fin de garantizar el aporte de los nutrientes necesarios.
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