La Construcción Social del Género
Biología vs. Construcción Social
Para abordar la igualdad de género, es vital desglosar la diferencia entre sexo y género.
Imaginemos un escenario clínico: si traemos a un recién nacido a una habitación y sus genitales están cubiertos, ¿seríamos capaces de determinar si es niño o niña? La respuesta es negativa.
Salvo por los órganos reproductivos, no existen diferencias biológicas visibles o funcionales determinantes al nacer.
Las diferencias sexuales biológicas, como la capacidad de gestar o la producción de ciertos gametos, tienen como único propósito natural la reproducción.
La naturaleza crea diversidad, pero no establece jerarquías de superioridad entre sexos.
Sin embargo, para cuando ese infante cumple siete u ocho años, la situación cambia radicalmente.
En un patio de recreo escolar, podríamos distinguir casi instantáneamente a los niños de las niñas no por su biología, sino por su vestimenta, sus juegos y sus comportamientos.
Mientras que la ropa de los varones suele estar diseñada para la actividad física y la utilidad (con bolsillos y telas resistentes), la vestimenta femenina a menudo prioriza la estética sobre la funcionalidad, limitando incluso la movilidad física.
Esta diferenciación no es natural; es el resultado del género, una definición sociocultural impuesta que dicta cómo deben comportarse, vestirse y actuar hombres y mujeres.
El Proceso de Socialización y sus Límites
El género se enseña y se refuerza a través de un proceso continuo llamado socialización o "generización", que comienza incluso antes del nacimiento. Este condicionamiento se logra mediante mecanismos específicos.
Uno de ellos es la manipulación, donde se fomenta la fortaleza física y emocional en los niños ("los niños no lloran"), mientras que a las niñas se les inculca delicadeza y contención ("no corras, no te ensucies").
Otro mecanismo es la canalización, que dirige la atención de los menores hacia objetos distintos: herramientas de construcción y vehículos para ellos; muñecas y utensilios domésticos para ellas.
Finalmente, la apelación verbal refuerza estas identidades mediante el lenguaje: se elogia a un niño por ser "fuerte" o "rápido", mientras que a una niña se le reconoce por ser "linda" o "servicial".
Este sistema crea dualidades artificiales donde lo masculino se asocia con la mente, la cultura y la razón, mientras que lo femenino se vincula con el cuerpo, la naturaleza y la emoción, estableciendo una jerarquía donde lo primero es considerado superior a lo segundo.
Entender que el género es una construcción social ,y no un destino biológico, es el primer paso para cuestionar las desigualdades que de él derivan, ya que lo que la sociedad ha construido, también puede ser modificado.
Resumen
Biológicamente, salvo por la reproducción, no existen diferencias determinantes o jerarquías naturales entre sexos al nacer, pero la sociedad impone rápidamente distinciones a través de la vestimenta y el comportamiento. Estas diferencias visibles en la infancia son resultado del género como definición sociocultural.
El género se enseña mediante un proceso de socialización continuo que utiliza la manipulación y la canalización hacia juguetes u objetos específicos para reforzar identidades distintas desde la niñez. El lenguaje y los elogios diferenciados terminan consolidando estas conductas artificiales en niños y niñas.
Este sistema establece jerarquías falsas asociando lo masculino con la razón superior y lo femenino con la emoción, creando dualidades que no son destinos biológicos inmutables. Comprender que el género es una construcción social es el primer paso indispensable para poder modificar estas desigualdades.
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