Patrón Inútil 1. Predecir el Futuro y Catastrofizar
La Fútil Tarea de Predecir el Futuro
Uno de los patrones de pensamiento más inútiles y que más estrés nos causa es la tendencia a intentar predecir el futuro de forma constante y negativa.
Si verdaderamente quieres vivir tu vida en paz, con tranquilidad y en armonía, es absolutamente necesario que dejes de intentar adivinar lo que va a suceder.
Cuando nos enfocamos única y exclusivamente en querer predecir el futuro, lo único que logramos es llenarnos de una profunda e innecesaria angustia en el presente.
La mente se obsesiona con ideas como que un negocio va a fracasar o que no conseguiremos el dinero que necesitamos para poder llegar a fin de mes.
Este tipo de pensamientos negativos sobre lo que vendrá nos llena de estrés porque nuestro enfoque mental está permanentemente estancado en un futuro que aún no existe.
La Mecánica de la Catastrofización
Este patrón a menudo se manifiesta como la catastrófización, que es el hábito de tomar algo muy pequeño y convertirlo en un problema de enormes dimensiones.
Por ejemplo, si pierdes el autobús por la mañana, tu mente puede crear una cadena de pensamientos en la que terminarás siendo despedido de tu trabajo por ese retraso.
De la misma manera, una pequeña discusión con tu pareja puede ser interpretada inmediatamente como la señal inequívoca de que la relación se ha acabado para siempre.
Incluso una simple negativa por parte de alguien que te gusta puede ser transformada en una catástrofe personal que te hace sentir completamente miserable y sin valor.
En todos estos momentos, lo que hacemos es empezar a construir situaciones catastróficas a partir de eventos que, en realidad, son muy pequeños y perfectamente manejables.
Viviendo como "Zombis" en el Presente
Cuando caemos en este patrón de pensamiento, prácticamente vivimos como si fuéramos zombis, realizando las tareas del día pero con nuestra mente completamente en otra parte.
Aunque nuestro cuerpo está en el presente, nuestra atención está estáticamente fijada en cómo las cosas no van a funcionar y en todos los posibles fracasos futuros.
Este estado de desconexión nos impide poder vivir plenamente el momento presente, ya que estamos constantemente preocupados por eventos que quizás nunca lleguen a ocurrir.
Nos convertimos en meros espectadores de nuestra propia vida, incapaces de disfrutar las experiencias positivas porque estamos demasiado ocupados imaginando tragedias que no son reales.
El Estrés de las Metas no Cumplidas
Esta forma de pensar también se aplica a nuestras metas de vida, generándonos un estrés constante por cosas que aún no han pasado y que tal vez no pasen.
Nos preguntamos qué pasará si llegamos a los treinta y cinco años sin haber conseguido una pareja, o si alcanzamos los cuarenta sin tener un trabajo estable.
Caminamos todo el día con nuestra mente puesta en un futuro que ni siquiera sabemos si es posible, cargando con el peso de unas expectativas que nos ahogan.
Esta costumbre de enfocarnos en lo que podría salir mal es la que nos llena de estrés y nos impide actuar con confianza para construir el futuro que deseamos.
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