La Inversión en la Ansiedad
El Combustible Inconsciente de la Ansiedad
A menudo, sin darnos cuenta, nos convertimos en los principales inversores de nuestra propia ansiedad a través de una serie de comportamientos y pensamientos recurrentes.
Estos hábitos, aunque realizados con la intención de protegernos o entender lo que nos pasa, en realidad sirven como combustible que mantiene el fuego de la ansiedad vivo.
Vamos a explorar las formas más comunes en que invertimos nuestra energía mental y emocional para, paradójicamente, hacer que la ansiedad se vuelva todavía más poderosa.
La Mente Vigilante. Evaluar Riesgos Constantemente
Una de las formas más directas de mantener la ansiedad alta es evaluando constantemente los riesgos de situaciones futuras, incluso cuando estamos en un lugar seguro.
Nuestra mente se obsesiona repasando una y otra vez lo que podría salir mal, un proceso que también es conocido como pensamiento obsesivo y rumiante.
Esto puede ocurrir al despertar, cuando antes de ducharnos el cerebro ya se ha aferrado a una preocupación que dispara la ansiedad para todo el día.
El cuerpo no tiene la capacidad de diferenciar entre una amenaza que es real y una amenaza que es solamente potencial o imaginada por nosotros.
Por ejemplo, el cerebro reacciona con el mismo pánico si no recibimos "likes" en redes sociales que si un coche real se dirige peligrosamente hacia nosotros.
Cada vez que realizas esta evaluación de riesgos, estás activando la respuesta de lucha o huida, inundando tu cuerpo de hormonas del estrés sin motivo.
Darle Voz. El Poder de Hablar sobre la Ansiedad
Otra forma de inversión es la manera en que hablamos constantemente sobre nuestra ansiedad, ya sea en conversaciones casuales o en interacciones sociales diarias.
Cuando respondes a un "¿Cómo estás?" con un "Fatal, muy ansioso", le estás dando poder a la ansiedad, como si la estuvieras alimentando con azúcar.
Si bien es necesario hablarlo en terapia o con un doctor, convertir la ansiedad en tu tema de conversación habitual refuerza su dominio sobre tu vida.
La Búsqueda de Certeza. Investigar y Autodiagnosticarse
Invertimos en nuestra ansiedad cada vez que acudimos a internet para investigar nuestros síntomas, buscando una certeza que nunca llega a calmar el miedo.
Al buscar en línea, puedes encontrar cientos de tipos diferentes de ansiedad, y podrías pensar que, si logras autodiagnosticarte, finalmente podrás obtener la ayuda necesaria.
Esta búsqueda, lejos de aliviar, a menudo solo intensifica la preocupación, ya que te expones a una gran cantidad de información que puede ser alarmante.
Incluso al recibir un diagnóstico oficial, como "estrés postraumático complejo", corres el riesgo de invertir en esa etiqueta y hacerla parte de tu identidad.
La Identidad Ansiada. Cuando la Ansiedad se Vuelve Quién Eres
La inversión más profunda ocurre cuando la ansiedad deja de ser algo que sientes y se convierte en la persona que crees que eres.
Comienzas a usar frases como "No puedo hacer eso porque soy una persona ansiosa", limitando tus propias capacidades y justificando la evitación de nuevos retos.
Con el tiempo, esta identificación es tan fuerte que puedes llegar a olvidar quién es la persona real que se encuentra debajo de esa máscara de ansiedad.
Resumen
En la lucha contra la ansiedad, a menudo, somos nuestros peores enemigos. Invertimos en ella al evaluar riesgos futuros constantemente, ya que nuestro cerebro no distingue entre una amenaza real e imaginaria, activando la respuesta de lucha o huida.
Otra forma de alimentar la ansiedad es al hablar de ella. Al convertirla en el tema principal de nuestras conversaciones o al buscar información en internet, le damos poder sobre nosotros. Esto rara vez alivia y, en cambio, aumenta la preocupación.
La inversión más profunda es cuando la ansiedad se vuelve parte de nuestra identidad. Al decir "soy una persona ansiosa", limitamos nuestras capacidades y justificamos la evitación de nuevos retos. Es crucial detener estos hábitos para liberarnos.
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