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La Culpa: Una Emoción Aprendida y su Contexto

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La Culpa: Una Emoción Aprendida y su Contexto


La Culpa como Origen Fundamental de la Necesidad de Perdón

El perdón, ya sea hacia nosotros mismos o hacia los demás, no surge en el vacío.

Nace de la necesidad de resolver una emoción profundamente incómoda y a menudo corrosiva: la culpa.

La culpa es la base sobre la que se construye el andamiaje del resentimiento, el rencor y la necesidad de reparación.

Es el sentimiento de haber cometido un error, una falta o una transgresión que ha generado una "deuda" moral.

Es esta sensación de haber hecho algo "malo" lo que nos sitúa en el polo del miedo y la separación, y nos aleja del amor y la paz interior.

La trinidad del ego, como la describe Kenneth Wapnick, está formada por el miedo, la culpa y la vergüenza.

Para poder abordar el perdón de una manera efectiva, es fundamental entender primero la naturaleza y el origen de la culpa, la emoción que lo hace necesario.

Una Emoción Aprendida, no Innata en el Ser Humano

Una de las comprensiones más liberadoras sobre la culpa es que, a diferencia de emociones primarias como el miedo o la ira que parecen estar cableadas en nuestro cerebro reptiliano como mecanismos de supervivencia, la culpa es una emoción aprendida.

No nacemos sintiéndonos culpables; aprendemos a sentirnos así a través de nuestra interacción con el entorno social y cultural.

Esta emoción es el producto de nuestro sistema de creencias, un complejo entramado de normas, mandatos y valores que hemos internalizado a lo largo de nuestra vida.

Estas reglas provienen de múltiples fuentes: nuestra familia, la sociedad, la religión, la educación y la cultura en general.

Aprendemos desde muy pequeños a distinguir entre lo que está "bien" y lo que está "mal" según estos códigos externos, y la culpa es el mecanismo de control social que nos alerta cuando nos desviamos de la norma.

El Mecanismo de la Culpa: La Transgresión de la Norma Interna

La culpa se activa en nuestro interior a través de un proceso de autoevaluación.

Poseemos una especie de "medidor" interno, un juez que constantemente compara nuestras acciones, pensamientos y sentimientos con el código moral que hemos adoptado.

Este código se fundamenta en nuestro sistema de valores. La culpa surge en el preciso momento en que percibimos que nosotros, o que otra persona, hemos transgredido una de estas normas o mandatos internalizados.

Es el sentimiento que acompaña a la creencia de habernos movido del lado del "bien" al lado del "mal", aunque sea de forma leve.

Es, en esencia, un juicio moral que emitimos sobre un comportamiento.

Por lo tanto, la intensidad de la culpa que sentimos no depende tanto de la acción en sí, sino de la importancia que le damos a la norma que creemos haber violado.

El Ecosistema Emocional que Rodea a la Culpa

La culpa rara vez se presenta como una emoción aislada. Más bien, actúa como el centro de un ecosistema de sentimientos y estados de ánimo negativos que se refuerzan mutuamente.

Cuando sentimos culpa, es muy común que también experimentemos vergüenza, que es el sentimiento de que no solo hemos hecho algo malo, sino que somos malos.

La culpa hacia los demás a menudo se manifiesta como rencor, enojo o ira, y puede enquistarse en un estado de resentimiento duradero


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