El sistema educativo
El sistema educativo actual está siendo blanco de diversas críticas, en muchas ocasiones estas críticas pueden estar infundadas, pero son varios los argumentos que hacen reflexionar sobre si nuestro sistema educativo se encuentra preparado para asumir los tiempos modernos o debe someterse a una actualización profunda. Lo cierto es que existe un choque generacional muy fuerte entre los docentes y el alumnado. Mientras que aquellos que tienen la obligación de enseñar han sido formados bajo el mismo sistema que hoy aplican, los estudiantes han crecido en un mundo tecnológico, en una era donde es muy sencillo acceder a la educación gratuita y de calidad desde un teléfono.
Partiendo de estas premisas, vamos a realizar un breve análisis sobre este fenómeno y exponer algunas consideraciones generales al respecto.
¿El sistema es obsoleto?
El sistema educativo vigente no ha cambiado mucho en las últimas décadas, si bien se ha luchado fuertemente por suprimir la enseñanza memoristica, fielmente arraigada en la escuela escolástica, las prácticas del aprendizaje mecánico son evidentes en casi cualquier centro de enseñanza. El estudiante tiene un objetivo, que es vencer un compendio de asignaturas. Para ello debe aprobar con buenas calificaciones, que luego serán promediadas arrojando una cifra que mide qué tan buen estudiante es.
Solo describiendo los hechos resalta el marcado carácter competitivo y el papel predominante de las calificaciones sobre el conocimiento. Pero, de alguna forma tenemos que medir el progreso de un estudiante. ¿Contamos con un sistema mejor?
Este es el principal problema, que afirmamos que el sistema educativo actual es obsoleto (que no lo negamos), ¿pero qué propuestas tenemos para reemplazarlo?
Es verdad que asignarle un número en un escalafón a un estudiante, basado solo en una serie de exámenes teóricos puede sonar contraproducente. Ejerce una presión innecesaria en el alumnado y hace notar que lo más importante son las notas, notas además que se expresan en ramas separadas del conocimiento, porque no logramos integrar materias, sino que pareciese que cada asignatura es un elemento totalmente opuesto al otro, y que de cierta manera tenemos que presentar una integralidad general, o sea ser buenos en todo, pensamiento que cuando menos es ingenuo.
¿Cuál es la solución?
Y bien, ya tenemos el problema. ¿Cuál es la solución?
La solución es otro problema, son escasos los proyectos serios de una reforma educativa profunda, con experimentos comprobados en el tiempo y que brinden resultados palpables. Las alternativas más populares nos incitan a mirar hacia el internet, los cursos online y las maneras de organizar a sus estudiantes. No en vano se afirma fehacientemente que hoy podemos aprender cualquier cosa sin asistir a una escuela, y es que nunca habiamos tenido tanto acceso a la información como hoy.
Pero, ¿verdaderamente podemos prescindir de la escuela?
La respuesta es fácil, no. Si se puede aprender lo que sea de manera online, pero no cualquier persona puede. Piensa en estudiar medicina con videos y cursos en internet, o leer una tesis doctoral sin poseer conocimientos básicos sobre el tema. Animar a no asistir a la escuela no es la solución.
La reforma educativa es necesaria, y más que necesaria es inevitable, pero requiere de esfuerzos comunes, no basta con lanzar críticas sin proponer cambios, porque lo cierto es que nos guste o no, el sistema educativo tradicional es el único que tenemos.
La respuesta más clara parece estar en algunos de los países socialmente más desarrollados, quienes se animan a introducir pequeños cambios en un concepto de prueba y error. Quizás debamos unirnos a experimentar más y perderle el miedo al cambio, solo así podemos aspirar a tener un sistema educativo moderno y adaptado a las nuevas realidades.
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