Transcripción La Procrastinación: Causas y Consejos
La procrastinación es la manifestación más clara del autosabotaje; es la actitud que nos lleva a posponer todo lo posible aquellas cosas a las que no deseamos enfrentarnos, como si fueran a desaparecer por arte de magia.
Cuando aplazamos una tarea sin que exista un motivo que justifique esta decisión, nos estamos dejando vencer por la procrastinación. Es en ese momento cuando debemos atender a la razón y no a las emociones.
¿Realmente estamos tan cansados que no podemos hacerlo hoy? Esta es una pregunta sencilla, y si la respondemos con honestidad, nos daremos cuenta de cuántas veces hemos experimentado este fenómeno en nuestras tareas diarias.
A continuación, abordaremos algunos elementos básicos que te ayudarán a enfrentarte y prevenir que la procrastinación te afecte.
Comienza por lo difícil
Empezar por las tareas más difíciles te permitirá reservar tu energía para las tareas más mecánicas y menos exigentes. Es común que busquemos abordar los problemas más fáciles, dejando aquellos que no queremos enfrentar para los momentos en que ya no pueden ser pospuestos. Esto nos somete a un círculo vicioso, donde nos vemos ahora bajo la presión de contar con menos tiempo y probablemente con menos energía.
Cuando tengas que elegir entre dos tareas, piensa cuál de las dos te cuesta más hacer y empieza por esa. Al pasar a la actividad más sencilla, notarás un cierto alivio por el cambio de dificultad.
Fracciona las tareas grandes
Fraccionar las grandes tareas es una de las técnicas más efectivas para evitar caer en la procrastinación, especialmente cuando te sientes abrumado ante algo que te supera. Si tienes un ensayo pendiente de 30 páginas, enfócate solo en escribir 10, como si fuera una tarea independiente. Aunque no habrás terminado el trabajo, habrás avanzado un tercio sin la presión mental de tener que escribir las 30 páginas de una sola vez.
Lo mismo se aplica a la lectura de un libro de 300 páginas. Si cuentas con el tiempo suficiente, planifica leer solo 30 páginas diarias por diez días. Si 30 páginas te parecen demasiado, divide la lectura en 15 páginas por la mañana y 15 por la tarde. La ventaja de esta técnica es que no tiene límites; puedes dividir las tareas en microtareas hasta que no te resulte agotador enfrentarte a ellas.
Adelanta algo del día siguiente
Este consejo es más un truco psicológico que una técnica de productividad, ya que no se trata de adelantar el trabajo del día siguiente, sino de hacer un regalo a ti mismo para comenzar las tareas del siguiente día con un poco más de energía.
La idea es que, si mañana tienes que realizar ejercicios pendientes, puedes adelantar algunos elementos complementarios, como las hojas o utensilios que vas a necesitar. Si hay algo que sabes que puede restarte tiempo antes de comenzar a estudiar, intenta resolverlo la noche anterior, como tareas domésticas o asuntos personales que tengas pendientes.
Esto debe hacerse de forma balanceada; no debe afectar tu tiempo de descanso y no implica que debas realizarlo a diario. De hecho, puede ser más efectivo reservarlo para momentos en los que sabes que se aproxima una tarea rigurosa y que te costará comenzarla.
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