El estilo Evitativo y Complaciente
El estilo Evitativo: la evasión como mecanismo de defensa
El estilo Evitativo se caracteriza por una tendencia a escapar del conflicto, ignorarlo y postergar lo inevitable.
Las personas que adoptan este estilo creen que, si no se habla del problema, este desaparecerá por sí solo, lo cual es una visión muy superficial de la realidad.
Evitan los debates incómodos, se alejan de las personas que podrían generar fricción y minimizan la gravedad de los desacuerdos.
Este estilo se utiliza a menudo cuando el tema en discusión no tiene una gran importancia, o cuando la relación es tan valiosa que la persona no quiere ponerla en riesgo.
Sin embargo, el uso constante de este estilo tiene un alto costo a largo plazo.
La persona que lo utiliza reprime sus emociones, lo que genera frustración, ansiedad y resentimiento.
Además, al evitar el conflicto, se pierden las oportunidades de crecimiento, innovación y fortalecimiento de las relaciones que pueden surgir de la confrontación constructiva.
La evasión no es una solución; es una manera de aplazar un problema que inevitablemente volverá a aparecer, con una mayor intensidad y con las partes más distanciadas.
El estilo Complaciente: la paz a cualquier precio
El estilo Complaciente se caracteriza por una actitud de sumisión en la que la persona cede fácilmente, a menudo a costa de sus propias necesidades y convicciones, con el fin de mantener la armonía o la paz en la relación.
La persona complaciente prioriza la relación sobre el resultado, sacrificando sus propios intereses para satisfacer a los demás.
Puede ser útil en situaciones en las que una relación es más importante que el tema en disputa, como cuando se permite que un amigo elija el restaurante, pero su uso constante genera una falta de respeto por las propias necesidades y una sensación de impotencia.
El uso excesivo de este estilo puede llevar al resentimiento, la baja autoestima y la percepción de ser manipulado.
Con el tiempo, la persona puede sentirse ignorada y subestimada, lo que lleva a un ciclo de frustración y un posible estallido de ira.
La complacencia no es una solución, ya que el problema real nunca se aborda.
Para resolver este problema, la persona complaciente necesita aprender a ser asertiva, que es la capacidad de expresar sus necesidades y establecer límites de forma clara y respetuosa, sin agredir ni ceder.
El autocuidado es un paso fundamental para que la persona complaciente pueda poner límites y decir que no sin sentirse culpable.
Resumen
el estilo evitativo y complaciente