Semiología Psiquiátrica
Diferenciación entre Signo y Síntoma
En la psicopatología es crucial distinguir estos conceptos básicos. El signo es un hallazgo objetivo que puede ser detectado mediante la evaluación psicológica; es una manifestación perceptible por el profesional, como la tos, la piloerección (piel de gallina), la sudoración o la taquicardia.
Por el contrario, el síntoma es la experiencia subjetiva referida por el paciente en la entrevista; son manifestaciones que solo pueden ser percibidas, vividas y expresadas por quien las padece, como el dolor de cabeza o el malestar general, los cuales el evaluador no puede ver directamente.
Rasgo, Estado y Trastorno Mental
Para realizar un diagnóstico adecuado, se debe diferenciar la temporalidad y la prevalencia de la sintomatología.
Un rasgo es una manifestación que una persona puede tener en un momento específico detonada por algo, pero que luego desaparece; todos tenemos rasgos (ansiedad momentánea, tristeza), pero esto no constituye una patología.
Un estado ocurre cuando esa manifestación, que inició como un rasgo, se prolonga en el tiempo (por ejemplo, una tristeza que dura días o una semana).
Finalmente, el trastorno mental implica una conducta anormal con alteraciones de funciones psicológicas que siguen un patrón de desarrollo y tienen repercusiones biológicas y psicológicas; para considerarse trastorno, debe haber una prevalencia de los criterios mínimos durante un tiempo específico, generalmente un mínimo de seis meses.
Resumen
En psicopatología es crucial distinguir entre signo, un hallazgo objetivo y observable por el profesional, y síntoma, una experiencia subjetiva que solo puede ser sentida y expresada por el paciente.
Se debe diferenciar la temporalidad de las manifestaciones. Un rasgo es una reacción momentánea que desaparece, mientras que un estado implica que dicha manifestación se prolonga durante días o semanas.
El trastorno mental se establece cuando existe una conducta anormal con repercusiones biológicas y psicológicas, siguiendo un patrón específico y manteniendo una prevalencia temporal mínima, generalmente de seis meses.
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