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La autoestima saludable vs. la autoestima narcisista

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La autoestima saludable vs. la autoestima narcisista


La autoestima, esa valoración que hacemos de nosotros mismos, es un componente crucial de nuestro autoconcepto y bienestar.

Sin embargo, es de vital importancia entender que no toda autoestima alta es inherentemente positiva o saludable.

Debemos desmitificar la idea de que una elevada autoevaluación es siempre el objetivo, ya que, en ocasiones, puede enmascarar problemas psicológicos más profundos y tener consecuencias destructivas tanto para el individuo como para su entorno.

Una autoestima alta puede ser perjudicial cuando se fundamenta en tendencias egocéntricas, prepotentes y en la necesidad de sentirse superior a los demás.

Este tipo de autoestima se conoce como narcisista o destructiva.

Su principal característica es que se basa en valorar exclusivamente aquellas capacidades y talentos que alimentan un sentimiento de poder y dominio sobre el prójimo.

La persona con una autoestima narcisista necesita la comparación constante para sentirse válida, y su aparente seguridad depende directamente de devaluar o sentirse por encima de los demás.

Es, en esencia, una autoestima frágil, competitiva e insaciable. En un marcado contraste, la autoestima saludable o constructiva se erige sobre cimientos muy diferentes.

No se basa en la comparación social ni en la superioridad, sino en una aceptación incondicional y genuina de uno mismo.

Una persona con una autoestima saludable es capaz de reconocer y valorar sus fortalezas sin necesidad de exagerarlas ni de usarlas como un arma.

Y, de manera igualmente importante, puede aceptar sus debilidades y limitaciones sin que esto merme su sentimiento de valía personal.

Su valor no depende de ser mejor que los otros, sino que proviene de una fuente interna y estable de autoaprecio, autorespeto y autocompasión.

Nuestro objetivo en el desarrollo personal debe ser, por tanto, fomentar este tipo de autoestima constructiva.

Debemos aspirar a una valoración de nosotros mismos que trascienda los logros externos, el éxito o la aprobación ajena.

Es crucial cultivar la creencia de que nuestro valor como personas es inherente e incondicional.

Esta visión nos libera de la tiranía de la comparación y la competencia, y nos permite establecer relaciones con los demás desde un lugar de igualdad, respeto y autenticidad.

Estilos Emocionales: ¿Con Cuál te Identificas?

Las personas desarrollamos diferentes maneras de relacionarnos con nuestras propias emociones.

Estos patrones o 'estilos emocionales' influyen en cómo experimentamos y gestionamos nuestra vida afectiva. Los psicólogos Peter Salovey (uno de los pioneros del concepto de IE) y John D.

Mayer, junto a otros como Lane y Schwartz, propusieron una clasificación que nos puede ayudar a identificarnos y a comprendernos mejor.

Este modelo describe tres estilos principales.

El primer estilo es el 'autoconsciente emocional'

Las personas que se identifican con este estilo son plenamente conscientes de sus estados de ánimo mientras los están experimentando.

Saben lo que sienten y, a menudo, también comprenden por qué lo sienten.

Se caracterizan por ser individuos autónomos, seguros de sí mismos y con una buena salud psicológica.

Suelen tener una visión positiva de la vida y, lo que es más importante, son capaces de sobreponerse eficazmente a los estados emocionales negativos.

Saben cómo gestionar la tristeza, el enfado o la ansiedad sin que estas emociones les abrumen o controlen su conducta.

El segundo estilo es el 'descontrolado emocional' o 'atrapado'

Este estilo caracteriza a personas que se sienten frecuentemente desbordadas por sus emociones.

Se sienten esclavas de sus estados de ánimo, que suelen ser muy volátiles e intensos.

Tienen una escasa conciencia de sus propios sentimientos y, por consiguiente, sienten que no pueden controlar su vida emocional.

No afrontan adecuadamente sus estados negativos y a menudo se sienten a la deriva, llevados por la tormenta de sus afectos sin un rumbo claro.

Por último, tenemos el estilo 'resignado' o 'aceptador'

Estas personas se caracterizan por una aceptación pasiva y, a menudo, resignada de su estado de ánimo.

Perciben con claridad lo que sienten, pero no hacen ningún intento por cambiarlo, incluso si es negativo.

Son proclives a los estados de ánimo depresivos y presentan una actitud de dejadez emocional.

No se sienten necesariamente desbordados como los del estilo anterior, pero tampoco se movilizan para mejorar su estado, simplemente 'se dejan estar'.

Es crucial recordar que estas clasificaciones no son categorías rígidas ni determinantes.

Una misma persona puede mostrar rasgos de diferentes estilos en distintos momentos o áreas de su vida.

Sin embargo, reflexionar sobre con cuál de ellos nos identificamos más predominantemente puede ser un ejercicio de autoconciencia muy revelador y un excelente punto de partida para nuestro trabajo de desarrollo emocional.

Resumen

Una autoestima alta no siempre es positiva. Cuando se basa en la superioridad y la comparación, puede volverse narcisista y perjudicial. El verdadero valor personal proviene de la aceptación interna.

La autoestima saludable permite reconocer fortalezas y aceptar debilidades sin depender de la aprobación externa. Favorece relaciones auténticas, respeto propio y crecimiento más allá del éxito o el reconocimiento.

Los estilos emocionales determinan cómo gestionamos nuestras emociones. Algunas personas son conscientes y equilibradas, otras se sienten desbordadas o resignadas. Identificar nuestro estilo favorece la autocomprensión y el desarrollo emocional.


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