Practica a diario
Casi todos conocemos a personas muy comunicativas que pueden hablar frente a desconocidos sobre cualquier tema con facilidad, esos de quienes se dice: “no se calla ni bajo el agua”, mientras que a otros les cuesta un gran esfuerzo dar apenas un saludo, sin embargo, es sorprendente descubrir que muchos comunicadores excepcionales se consideran a si mismos personas timidas e introvertidas, que consiguen hacer su trabajo con mucho entrenamiento y guiados por una gran pasión y una riqueza interior que los lleva a encontrar la manera de compartirla con el mundo a través de la palabra.
Cómo ser un comunicador exitoso: Para ser un buen comunicador, hace falta contar con una preparación adecuada en cuanto al uso de la voz, así como tener conocimientos básicos de expresión corporal, maquillaje y peluqueria para poder transmitir mensajes a través de los medios audiovisuales. Además, un buen orador debe estar informado sobre diversos temas para tener una cultura general amplia, lo que hoy en día es más fácil gracias a la disponibilidad de información en internet.
Si desea dedicarse a la profesión de orador, recibirá el consejo universal de practicar con frecuencia, ya que como es costumbre decir, la práctica hace al maestro. Pero estas palabras se complementan con lo que expresó en una ocasión el sabio Bob Proctor, refiriéndose a este tema: “no es solo la práctica, sino la práctica correcta” y esta palabra añadida cambia significativamente el consejo y adquiere una gran importancia para aquellos que desean formarse como oradores, ya que una preparación incorrecta en la técnica vocal puede dar lugar a resultados desfavorables.
Por esta razón, se recomienda buscar la orientación de un especialista, especialmente en las etapas iniciales del proceso. A veces, al trabajar por su cuenta, el principiante desconoce que ciertos sonidos o movimientos afectan el resultado del trabajo y lo que es peor, cuesta eliminarlos, los expertos llaman a esto “vicios”, y pueden ser, por ejemplo, alargar demasiado una letra, al hablar o rascarse en exceso la barbilla, aparecen sin darse cuenta, y solo la mirada entrenada de un experto puede señalarlos a tiempo, para eliminarlos.
El valor de la perseverancia: La práctica correcta puede ayudar mucho, si el orador la incorpora a su rutina de vida diaria. La perseverancia tiene un rol decisivo cuando se desea obtener buenos resultados, así como tener un soporte emocional que le aporte la firmeza necesaria para seguir adelante.
La vocación personal es necesaria para que la práctica sea efectiva. Además, la práctica diaria favorece la creatividad, dando forma a las nuevas ideas y creando el estilo del orador, Asimismo, genera confianza y seguridad para que el orador pueda realizar su trabajo frente al público de manera cómoda y natural.
Un buen orador debe practicar individualmente para dominar los recursos técnicos, y también frente al público, para poner en práctica las nuevas técnicas aprendidas. Idealmente, debería tener la oportunidad de hablar en vivo, aprovechando la energía incomparable que se genera en ese momento, pero, esto no siempre es posible.
En su lugar, se puede practicar desde casa, utilizando las redes sociales, y hablando sobre un tema que le resulte familiar, así se sentirá más relajado y tranquilo, y podrá lograr el tono natural y espontáneo que requiere un buen discurso.
Otro aspecto importante es no forzar el ritmo de la práctica diaria tratando de apresurar el proceso de aprendizaje. Cada persona tiene su propio ritmo y tratar de acelerarlo solo puede llevar a la frustración y, en algunos casos, a daños irreparables. Es necesario desarrollar una visión realista que permita avanzar paso a paso, evitando actitudes perfeccionistas que solo generan desgaste y aprendiendo a disfrutar cada etapa del aprendizaje, valorando cada progreso, sin importar lo pequeño que sea.
Perfeccionarse cada a día: Siempre hay espacio para mejorar en el trabajo del comunicador. La realidad demuestra que aquellos que dejan de practicar diariamente después de ver los primeros resultados, cometen un gran error, pues el crecimiento profesional se fortalece cada día.
Al hacerlo, el orador puede comprender, cada vez mejor, la esencia de su trabajo, y avanzar hacia nuevas etapas en su desarrollo. Solo así podrá enfrentar los nuevos desafíos, cultivar una autocritica saludable, aceptar la critica y disfrutar de su trabajo, que es parte de la vida que compartimos entre todos.
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