Mecanismos de Control Institucional
Las Esferas de Control Patriarcal
El sistema patriarcal se perpetúa mediante el control sistemático sobre diversas áreas de la vida de las mujeres. Una de las más evidentes es el control sobre la fuerza productiva o laboral.
En el ámbito doméstico, las mujeres realizan una cantidad inmensa de trabajo no remunerado ,gestión del hogar, cuidado de niños y ancianos, que beneficia a la familia y a la economía, pero que a menudo no se reconoce ni valora monetariamente.
En el mercado laboral externo, este control se manifiesta en la segregación ocupacional y en brechas salariales donde se infravalora el trabajo históricamente feminizado. Otra esfera crítica es el control sobre la reproducción y la sexualidad.
Las normas sociales, y a veces legales, dictan cuándo y cuántos hijos debe tener una mujer, o limitan su acceso a métodos de planificación familiar.
Paralelamente, la sexualidad femenina es objeto de una vigilancia estricta, imponiendo códigos de vestimenta y comportamiento (la dicotomía de la "mujer decente" versus la "provocadora") que no se aplican de igual manera a los hombres.
Finalmente, existe un control sobre la movilidad y el espacio público; desde restricciones horarias implícitas ("no vuelvas tarde sola") hasta barreras culturales que limitan el libre movimiento de las mujeres, reduciendo su acceso a redes y oportunidades.
El Refuerzo desde las Instituciones
Estas formas de control no serían posibles sin el respaldo de las instituciones fundamentales de la sociedad.
La familia actúa como la primera escuela de socialización, donde se asignan roles diferenciados desde la infancia.
Las instituciones religiosas, mayoritariamente lideradas por hombres en sus jerarquías superiores, a menudo codifican la inferioridad femenina en sus textos y prácticas, definiendo deberes morales asimétricos.
El sistema educativo y los sistemas de conocimiento también juegan un rol preponderante.
Históricamente, el acceso a la educación superior estuvo vetado para las mujeres durante siglos en las universidades más prestigiosas del mundo, lo que generó un sesgo androcéntrico en la ciencia y la historia: la "voz de autoridad" ha sido predominantemente masculina.
En la actualidad, los medios de comunicación y la industria del entretenimiento continúan perpetuando estereotipos, objetivando el cuerpo femenino y glorificando una masculinidad agresiva.
Incluso el Estado, a través de leyes y políticas públicas, puede institucionalizar sesgos si no se diseñan con una perspectiva de género inclusiva.
Todas estas instituciones forman una red interconectada que normaliza la desigualdad, haciendo que parezca el orden natural de las cosas.
Resumen
El sistema patriarcal se perpetúa controlando la fuerza laboral femenina, segregando ocupaciones y desvalorizando el trabajo no remunerado. También vigila estrictamente la sexualidad y limita la movilidad de las mujeres en espacios públicos.
Instituciones fundamentales como la familia, la religión y el sistema educativo actúan como pilares de soporte. Estas entidades socializan roles diferenciados y codifican la inferioridad femenina en textos y prácticas desde la infancia.
Incluso los medios y el Estado institucionalizan sesgos mediante estereotipos y leyes carentes de perspectiva de género. Esta red interconectada normaliza la desigualdad, haciendo que la subordinación parezca el orden natural de las cosas.
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