Desarrollo de la Conciencia Situacional
La Ceguera del Entorno y la Observación Activa
La base para desarrollar una verdadera inteligencia de género radica en la capacidad de lectura del entorno, conocida como conciencia situacional.
A menudo, los hombres operan en el mundo laboral como quien respira aire: no notan el ambiente porque este ha sido diseñado históricamente para su comodidad y ajuste natural.
Esta falta de percepción crea una brecha significativa: mientras que un alto porcentaje de mujeres reporta haber experimentado discriminación o acoso, la gran mayoría de los hombres no percibe estos problemas como reales en su entorno inmediato.
Para romper esta inercia, se requiere un esfuerzo deliberado para detenerse y observar cómo los demás experimentan el mismo ecosistema laboral.
La competencia número uno es aprender a escuchar y detectar las desigualdades sutiles.
Debemos prestar atención a dinámicas específicas: ¿Quién interrumpe a quién en las juntas? ¿Se apropia un colega masculino de la propuesta de una compañera y recibe el aplauso que a ella se le negó minutos antes?. Otro indicador clave es el "trabajo invisible".
Observemos quién se encarga de las tareas logísticas que no suman al desarrollo profesional, como coordinar la compra de los regalos de fin de año, tomar las actas de la reunión o gestionar los refrigerios.
Si estas tareas recaen desproporcionadamente en las mujeres del equipo, estamos ante un sesgo estructural que debe ser corregido.
También debemos estar alertas a las explicaciones condescendientes, donde un hombre explica conceptos básicos a una mujer experta en la materia, asumiendo una inferioridad intelectual injustificada.
Reconocimiento y Uso del Privilegio
Un componente esencial de la inteligencia de género es la comprensión del privilegio.
En este contexto, el privilegio no se refiere necesariamente a riqueza, sino a las ventajas invisibles que se obtienen simplemente por pertenecer al grupo dominante.
Por ejemplo, un hombre rara vez tiene que preocuparse de que su competencia técnica sea cuestionada automáticamente al entrar en una sala, o es menos probable que sea interrumpido constantemente mientras expone una idea.
El objetivo no es sentir culpa por estas ventajas, sino reconocerlas y asumirlas con responsabilidad.
La inteligencia de género implica utilizar ese capital social para nivelar el terreno.
Si notamos que hay un desequilibrio en la participación durante una discusión estratégica, donde las voces masculinas dominan el 80% del tiempo, nuestra responsabilidad es intervenir para asegurar que las perspectivas femeninas sean escuchadas e integradas.
Al identificar estas experiencias y actuar sobre ellas, elevamos nuestra conciencia y nos convertimos en agentes activos de equidad.
Resumen
La inteligencia de género se basa en la conciencia situacional, la capacidad de leer un entorno laboral diseñado históricamente para la comodidad masculina. Es vital observar activamente dinámicas sutiles, como quién interrumpe a quién o quién se apropia de las ideas ajenas en las reuniones.
Debemos detectar el "trabajo invisible" y logístico que recae desproporcionadamente en las mujeres, así como las explicaciones condescendientes. Si estas tareas no suman al desarrollo profesional pero se asignan sistemáticamente por género, estamos ante un sesgo estructural que requiere corrección inmediata.
Reconocer el privilegio implica entender las ventajas invisibles de pertenecer al grupo dominante sin sentir culpa. El objetivo es utilizar ese capital social para intervenir ante desequilibrios, asegurando que las voces femeninas sean escuchadas e integradas, convirtiéndonos así en agentes activos de equidad.
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