Las Barreras que te Impiden Escuchar Realmente
Barreras físicas y ambientales: ruido, distracciones y entorno inadecuado
Las barreras más evidentes para la escucha son aquellas que se encuentran en nuestro entorno físico.
Estas incluyen el ruido ambiental, las interrupciones constantes (como notificaciones de un teléfono) y, de manera crucial, un entorno inadecuado para la naturaleza de la conversación.
Intentar discutir un asunto personal y delicado en una oficina ruidosa y abierta, por ejemplo, está destinado al fracaso.
El entorno no solo dificulta la audición por el ruido, sino que también crea una barrera psicológica al no ser el lugar apropiado para ese tipo de intercambio.
Un comunicador eficaz es consciente de estos factores y busca o crea un ambiente propicio que minimice las distracciones y facilite la concentración.
Barreras psicológicas: prejuicios, falta de interés y estado emocional
Las barreras psicológicas son filtros internos que distorsionan la forma en que procesamos la información.
Una de las más poderosas son los prejuicios que tenemos sobre el hablante.
Si la imagen o reputación de la persona que nos habla es negativa para nosotros, es muy probable que descontemos su mensaje, incluso si es valioso y correcto.
Asimismo, la falta de interés en el tema o un estado emocional alterado (como el estrés o la ansiedad) nos impiden prestar la atención necesaria.
Cuando estamos estresados o simplemente no nos importa el tema, nuestra mente se cierra y, aunque oímos las palabras, somos incapaces de escuchar y procesar su significado real.
Barreras semánticas: jergas, tecnicismos y diferencias de idioma
Las barreras semánticas surgen cuando los interlocutores no comparten el mismo código lingüístico.
Esto no solo se refiere a las diferencias de idioma, sino también al uso de jergas propias de un grupo social o tecnicismos de una profesión específica.
Un médico que explica un diagnóstico a un paciente usando terminología médica compleja está creando una barrera semántica.
Aunque el paciente está oyendo y tiene toda la disposición de entender, el mensaje es incomprensible porque no domina ese "idioma" particular.
Para una escucha efectiva, es responsabilidad del emisor adaptar su lenguaje para que sea accesible al receptor, asegurando que ambos operen dentro del mismo código.
El oyente como factor: actitud, necesidades y sesgos personales
Finalmente, el propio oyente puede ser la mayor barrera de todas. La actitud y disposición de la persona que escucha es un factor determinante.
Si alguien se siente obligado a estar en una conversación, está distraído o simplemente no tiene una actitud abierta, la escucha efectiva es imposible, sin importar la calidad del mensaje o del entorno.
Además, las necesidades del oyente en ese momento específico son cruciales.
Si el mensaje que se le presenta no responde a una de sus necesidades o intereses actuales, es muy probable que su cerebro lo filtre y lo descarte por irrelevante.
Por lo tanto, una escucha exitosa a menudo depende de si el oyente está mental y emocionalmente preparado y necesitado de recibir ese mensaje en particular.
Resumen
Las barreras físicas incluyen el ruido ambiental, las interrupciones constantes y un entorno inadecuado para la conversación. Intentar discutir un asunto delicado en una oficina ruidosa está destinado al fracaso, pues el entorno crea una barrera psicológica.
Las barreras psicológicas son filtros internos como los prejuicios sobre el hablante, la falta de interés o un estado emocional alterado. Si la reputación de la persona es negativa para nosotros, es probable que descontemos su mensaje.
Las barreras semánticas surgen cuando no se comparte el mismo código lingüístico, como jergas o tecnicismos. Un médico que usa terminología compleja con un paciente crea una barrera, haciendo que el mensaje, aunque oído, sea incomprensible.
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