El Modelo de Aaron Beck
El psicólogo Aaron Beck, padre de la Terapia Cognitivo-Conductual, desarrolló un modelo iluminador para entender cómo reaccionamos ante la realidad.
Su modelo establece una secuencia clara: nuestras circunstancias generan una idea, esta idea nos hace sentir una emoción, y esa emoción, a su vez, provoca una conducta.
La suma de nuestras ideas, emociones y comportamientos es lo que define nuestra personalidad.
Este modelo revela cómo nuestra percepción es la raíz de los roles que adoptamos en nuestras interacciones.
La percepción en los roles de comunicación
Un perseguidor, por ejemplo, cree que su frustración está causada por el comportamiento de los demás.
Esta idea genera enojo, lo que lo lleva a reaccionar con una comunicación agresiva, culpando constantemente a la otra persona por no ser "suficiente".
Un salvador, por otro lado, se permite sentir culpa, lo que lo impulsa a comportarse de forma sumisa, sacrificando su propio bienestar para complacer a los demás.
En ambos casos, el problema no está en la situación, sino en la percepción que se tiene de ella.
De la emoción a la acción
La forma en que procesamos la información y reaccionamos determina la calidad de nuestras interacciones.
El modelo de Beck nos muestra que la forma en que pensamos sobre una situación (nuestra idea) es lo que realmente desencadena la emoción y el comportamiento.
Por lo tanto, si queremos cambiar nuestra conducta, no debemos enfocarnos solo en la acción, sino en la idea o percepción que la originó.
Al reestructurar nuestros pensamientos, podemos modificar nuestras emociones y, por consiguiente, nuestras reacciones, adoptando comportamientos más saludables y asertivos.
Esto nos permite dejar de estar a merced de nuestras emociones y tomar el control de nuestra forma de actuar.
Resumen
El modelo de Aaron Beck explica cómo las circunstancias generan una idea, que produce una emoción, la cual desencadena una conducta. La suma de ideas, emociones y comportamientos define nuestra personalidad. Nuestra percepción es la raíz de los roles que adoptamos.
Un perseguidor, por ejemplo, cree que su frustración es causada por otros, lo que genera enojo y una reacción agresiva. Por otro lado, un salvador siente culpa, lo que lo impulsa a complacer a los demás. En ambos casos, el problema está en la percepción.
Para cambiar nuestra conducta, debemos enfocarnos en la idea o percepción que la originó. Al reestructurar nuestros pensamientos, podemos modificar nuestras emociones y reacciones, adoptando comportamientos más saludables y asertivos.
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