¿qué implica el coaching?
El coaching es una de las profesiones con más campos de aplicación en el mundo. Son muchos los sectores profesionales que demandan de un coach, por lo que esto genera una alta presencia de especialistas de diversas áreas que se encuentran en disposición de poner sus conocimientos al servicio de otros a cambio de una remuneración por su trabajo.
Durante el desarrollo de la presente guía estaremos abordando algunas de las cuestiones básicas que giran en torno a los servicios de coach profesional, de forma tal que puedas aprender un poco más sobre esta importante profesión y el rol que juega la misma en su interrelación con los profesionales de otros sectores.
Un coach es una persona que asesora a otros, en campos donde este cuenta con una experiencia probada, haciendo que el camino de aquel que acude a sus servicios sea más sencillo, evitando errores comunes y encontrando soluciones efectivas para sus problemas. El valor del coach se mide por la capacidad previamente probada de afrontar con éxito situaciones similares a aquellas que deben ser enfrentadas por quien solicita sus servicios.
La preparación del coach proviene fundamentalmente de dos áreas, la experiencia práctica y la experiencia teórica. La experiencia práctica es aquella que es adquirida mediante el roce diario con problemáticas de un tipo determinado, lo que permite que el coach pueda poner en práctica distintos métodos y evaluar su efectividad en el tiempo. La experiencia teórica proviene de la preparación profesional que ha recibido el coach en la materia en la que se desempeña.
Tanto la experiencia práctica como la teórica juegan un papel de vital importancia para el cliente, ya que gracias a los conocimientos que posee el coach, se puede prevenir errores, acelerar los resultados y encontrar soluciones efectivas para los problemas.
El coach no solo debe dominar aspectos técnicos relacionados con su campo de trabajo, sino que este tiene el deber de desarrollar habilidades complementarias que son imprescindibles para llevar a cabo su actividad profesional. Entre estas habilidades se encuentra la comunicación. El coach debe ser una persona comunicativa, que pueda desarrollar la empatía hacia sus clientes y hacer llegar los conocimientos por las vías más certeras.
Por lo general, esta profesión exige de quien pretende desarrollarla, un mayor desenvolvimiento social que en otras profesiones. El intercambio con los clientes es el eje central de las labores del coach, así que si no se trabaja en mejorar estos aspectos, difícilmente se pueda obtener resultados satisfactorios.
Cuando se acude a los servicios de un coach, muchas veces se espera que este pueda solucionar los problemas sin que medie una implicación seria por parte del cliente. Para un coach es imposible obtener una solución efectiva si los clientes no están dispuestos a implicarse lo suficiente en trabajar en las situaciones que le aquejan. El coach, en su función de asesor o consejero es capaz de mostrar los caminos más racionales para llegar a la solución final, pero el deber de transitar estos caminos corresponde únicamente al cliente.
Cuando se contrata a un coach se paga por la experiencia y la astucia de este, no por soluciones milagrosas ni porque se pretenda que el mismo realice acciones que solo pueden ser ejecutadas por aquel que sufre la problemática. Querer involucrarnos más allá de lo que nos permite nuestra competencia profesional puede ser un error muy grave que atente contra nuestro desempeño laboral. Debemos ser capaces de establecer los límites entre aquello que se encuentra dentro de nuestro ámbito de trabajo y lo que no.