Mitos y realidades sobre la violencia de género

La realidad estadística y el enfoque de género

Aunque es cierto que existen hombres que sufren violencia en el ámbito familiar, las estadísticas y la realidad social obligan a poner el foco en la violencia contra la mujer.

Por cada hombre víctima de violencia doméstica, existen como mínimo 14 mujeres víctimas.

En países como España, las cifras oficiales de mujeres inscritas en registros de violencia de género superan las decenas de miles, sin contar la enorme "cifra negra" de aquellas que no denuncian.

La violencia hacia las mujeres es un problema estructural y extendido, fundamentado en una desigualdad histórica y social que requiere un análisis específico y diferenciado.

El objetivo de este enfoque no es negar otras violencias, sino abordar una lacra social que busca equiparar derechos y permitir que las mujeres vivan sin miedo.

Desmontando el mito del masoquismo y la permanencia

Uno de los mitos más dañinos es la creencia de que las mujeres permanecen en relaciones abusivas porque "les gusta" o "no estarán tan mal". Este estigma del masoquismo femenino es falso.

La realidad es que la víctima no abandona la relación debido a la "no percepción" de la violencia.

Al tratarse de un maltrato sutil, tenue e invisible, la mujer no es consciente de la trampa en la que está inmersa.

Además, factores como la indefensión aprendida, la dependencia económica y el miedo paralizante juegan un rol determinante, no el placer por el sufrimiento.

Falacias sobre el perfil del agresor

Existen numerosos mitos que justifican al agresor y perpetúan la violencia. Uno de los más extendidos es que los maltratadores son enfermos mentales o locos.

Los estudios demuestran que la patología mental es muy baja en este grupo (entre un 5% y un 7%); la mayoría son personas plenamente conscientes de sus actos.

Otro mito común es culpar al alcohol o las drogas: estas sustancias actúan como desinhibidores y pueden usarse como excusa, pero nunca son la causa raíz de la conducta violenta.

Finalmente, se suele creer que haber sufrido maltrato en la infancia convierte automáticamente al hombre en maltratador, pero las estadísticas indican que más del 50% de quienes sufrieron violencia infantil no repiten estos patrones, demostrando que la violencia es una elección, no un destino inevitable.

Resumen

Aunque existen hombres maltratados, las estadísticas demuestran que la violencia contra la mujer es un problema estructural masivo, fundamentado en una desigualdad histórica que requiere un enfoque específico y diferenciado.

El mito del masoquismo femenino es falso; las víctimas no permanecen por placer, sino por la invisibilidad del maltrato sutil, la indefensión aprendida, el miedo y la dependencia económica que las paralizan.

Tampoco es cierto que los agresores sean enfermos mentales o actúen por alcohol; la mayoría son plenamente conscientes y eligen ejercer la violencia, no siendo esta un destino inevitable por traumas infantiles.